domingo, 15 de mayo de 2016

CoopArtE: palabra del Japo Vela

CoopArtE es una de las posibilidades que ofrece Gualeguay al momento de pensar en la cultura. Hace un tiempito fui al recital que allí dio el Chango Ibarra. Música en la cooperativa. Juan Martín Caraballo, integrante orgulloso de la misma, la nombró varias veces en la entrevista que le hice unos días atrás.
Sé cuál es la base filosófica sobre la que se levanta una cooperativa, pero cómo contar a este grupo gualeyo. Me recibió el músico José Germán Vela, más conocido como el Japo (1974), y entonces, sin habérmelo propuesto, me encontré con el mejor relato sobre qué es una cooperativa, y sobre quiénes pueden ser las personas que allí ponen en juego sus historias.
Había visto al Japo como presentador de otros músicos, y como cantante junto al Chango Ibarra. Fuera del escenario su andar con la palabra se vuelve más tranquilo, aunque no llega al nirvana que alcanza el agua en un tanque australiano; la sensación es que se cuenta en paz; sencillamente no juega un personaje: da cuenta de su identidad.
Músico, trabajador, idealista, de alguna manera: el centro referencial de la Cooperativa: “Me interesa la gestión, trabajar para transmitir cosas a los demás. Cuando empecé a tocar rock, después de un tiempo, venían chicos para que les enseñe. La banda funcionaba por autogestión: buscábamos el recital, hacíamos el sonido, todo nosotros. Nunca me la creí, no me considero el centro de la escena, el artista. Siempre trabajé en construcciones grupales. Estar en la Cooperativa tiene que ver con mi concepción de la vida. En la música siempre hubo mucho celo, en la guitarra eléctrica la competencia es terrible, todos quieren ser el mejor guitarrista. Si yo veía habilidades en un alumno, le enseñaba todo lo que sabía. Cuantos más seamos, mejor. En la música comprendí que no se trata de ser el mejor, importa aquello que vos transmitís, y eso solo lo aprendés como persona, es tu desarrollo en la sociedad. Eso no se estudia, el diálogo de uno mismo tiene que ver con lo humano, ni siquiera con la música. No soy un artista en la vidriera, ni siquiera tengo grabado un disco”.
El Japo toma mate y sigue de ronda: “Conocí a mi mujer a los 20 y fui padre, a partir de ahí empecé a tocar y a trabajar; soy electricista, también soy docente de música, viví y enseñé en Misiones, estuve en Buenos Aires, haciendo las dos cosas: música y el otro trabajo. Me gusta trabajar, pero ese reparto del tiempo ocasionó que mi persona artística no se desarrollara tanto. Hoy ando con intención de definir mi propuesta artística”.
Muchos músicos gualeyos nombran al Japo, muchos fueron sus alumnos, los agradecimientos se repiten en los discos: “Me hice en el día a día, tuve alumnos, hice mi música, pero no tengo convocatoria, también un poco porque no tengo una propuesta definida, toco rock, canciones. Recién ahora el Chango Ibarra, que fue mi alumno, y es mi amigo, está haciendo arreglos a canciones mías apuntando a mi voz, y suena fantástico. Estamos por grabar un disco. Es algo que se desarrolló a través de muchos años. Yo elijo las canciones y él las pule. Compuse siempre, amo el género canción, que es la suma de lo musical y lo poético. Primero aparece la letra, y después me viene el sonido que la engloba. Tengo más canciones que las que me acuerdo, a veces el Chango me hace acordar de alguna. Me interesa la canción porque puede contar una historia infinita en poco tiempo. Compongo desde el 90 y pico”.
Japo Vela junto al Chango Ibarra
Sale a escena el tema del estudio de grabación: “En el estudio tenés los tiempos contados por el presupuesto, y además, a mi edad, ya tampoco me interesa mucho estar en los escenarios, ya estuve, te cansa, te consume. Entonces queremos desarrollar en la Cooperativa, con Juan Martín, y ahora tenemos la oportunidad, el armado de una especie de miniestudio, que sea además portátil; si hay que grabar un acordeonista del 2° distrito, vamos. Profesionalizarse en la grabación, pero no en el sentido vení acá a grabar dos horas, sino tener la oportunidad de explayarse. Hay momentos que son únicos en una improvisación o de alguno que se puso a cantar: darnos la posibilidad de registrar nuestra vida. A veces nos ponemos a zapar con Juan Martín, y eso no queda registrado, es una lástima. Aprender a ser un artista de estudio, pero no de super estudio, y transmitir las ideas, tengo muchas alrededor de la canción, y para eso se necesita tiempo e ir registrando el proceso para cuando se dé el mejor momento. Es difícil grabar en Gualeguay, casi siempre los músicos se van afuera. Está la parte técnica pero también debe estar presente la artística. Queremos armar algo que resuelva desde Gualeguay todos los detalles de grabación y registro de las obras”.
Su historia, los proyectos, Vela siempre piensa en el otro, se ocupa de la grabación, pero como elemento para el colectivo, no para su desarrollo personal: “Si es solo para mí, no le encuentro sentido, debe ser una construcción social. Por qué el Chango se tuvo que ir de Gualeguay, y yo un día, por qué también fui a buscar el triunfo en Buenos Aires. Por qué Gualeguay no puede ser el lugar que yo deseo. Para eso puede servir el esfuerzo colectivo. El artista debe desarrollarse en su lugar. Importa lo artístico por sobre lo técnico, y lo artístico no sabés cuándo puede suceder, por eso hace falta tiempo. Un estudio sin fines de lucro, equiparse es caro, pero nosotros somos una cooperativa y tenemos otros intereses. Sería algo hermoso, es la manera como me gusta vivir. La Cooperativa es el lugar que hoy me identifica en Gualeguay, me siento parte, muy contento con su existencia, porque capta gente a la que por ahí no le interesa ser grandes artistas, o vienen buscando otro horizonte, tal vez lo encuentran y antes no sabían que existía. Como este mural, una maravilla, lo pintaron los chicos de la granja de día de Lucecitas, los diseños son de los chicos, y las profes lo proyectaron, pintaron juntos. Estas cosas hacen posible y necesaria la existencia de la Cooperativa”.
Qué es ser un trabajador de la cultura: “Me considero un trabajador de la música y el arte. Fui a ver a un amigo y el sonido tenía algún detalle, y se lo acomodé; es como una necesidad que tengo. Si me doy cuenta de que algo se puede mejorar, lo tengo que mejorar”.
Hay en el Japo Vela una sintonía poética: “La música es una experiencia espiritual: componer, tocar y escuchar. Es algo que tiene que ver con el espíritu del hombre, una experiencia en común. Hay cosas que se presienten, o se creen, mucho de mis composiciones tiene que ver con eso. Me encontré con algún momento de inspiración, pero eso no sucede todo el día, como decía Picasso, mejor que cuando llegue te encuentre trabajando. Importa el trabajo”.
Dentro de la filosofía que lo guía afirma: “La canción no es de uno sino de quien la escucha, recién ahí vos ves la dimensión de lo compuesto. Uno es transmisor de un mundo que ya existe. La composición es un acto colectivo, para mucha gente, y cada uno con sus sensaciones. Nuestra percepción interna es colectiva todo el tiempo”.
Vela es un agradecido de su origen, y en muchas cuestiones ubica como maestro, tanto de él como de Caraballo, al músico Cary Pico durante su gestión en la Escuela de Música. Señala a Caraballo, hoy director de la Escuela, como el continuador de las ideas de Cary.
Sobre la historia y presente de la Cooperativa, dice: “Estamos desde enero de 2014. Antes era la Casa de la Cultura Viva, donde nos encontrábamos músicos, artesanos, la gente de circo. La casa es una curatela del Consejo Superior de Educación y la administra la Departamental de Escuelas. Es una herencia vacante que va a pasar al patrimonio de la provincia. Hubo algunas reuniones, propuse la Cooperativa, hicimos acta constitutiva, los papeles y empezamos. Nos dieron la llave en marzo. Recibimos la matrícula en diciembre del año pasado. Tenemos un convenio por la casa de 10 años. La propuesta es variada y la idea es formar una especie de escuela de varieté, hay talleres de circo, acrobacia aérea, títeres, música, formación escénica, plástica direccionada a la escenografía, danza folclórica para niños, y se da también un taller de prevención de adicciones. La existencia de la Cooperativa es muy importante en estos tiempos, está el lugar y la contención. En Gualeguay no hay muchos lugares para desarrollarte, acá si sos artista terminás siendo docente”.
Japo Vela asegura que si no vivís la vida, no hay arte posible. Piensa en algunos alumnos adolescentes, a los que les llega el momento de decidir un camino, por interés propio o por mandato paterno, él les dice que: “Una cosa no quita la otra, seguí con las dos cosas”. Confiesa: “No me veo sin la guitarra, por más que sea electricista”. Un trabajador del arte, Vela es tan electricista como guitarrista y cantor, y además cree, practica, lleva adelante la vida dentro de los valores del cooperativismo. Una manera de acercar el arte al otro, a los demás, a aquellos que mañana quizá lleguen a ser artistas, o a aquellos que nada más quisieron hacer la actividad que los hacía felices: pintando con el otro, haciendo música con el otro, siendo parte de un colectivo que lleva hasta el cielo elegido y que lleva hasta la aldea que más gusta; también tiene parada en casa, en el barrio, en la aldea de origen, donde igualmente tiene que haber un juego completo de herramientas.

La Cooperativa de Artistas Entrerrianos está en Gualeguay; el Japo Vela, con su historia, abre las puertas de la casa que hace tanta gente.

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