domingo, 18 de junio de 2017

Marta Líbano en el Social

Volví a encontrarme con la artista plástica gualeya Marta Líbano en el Club Social. La vi a unos metros de mi lugar. Ella en el escenario, convocada junto a otros plásticos por el Chango Ibarra, durante la presentación del disco “Orillas”. El Chango y Fabricio Castañeda, dos hacedores, además de uno ser el que aporta la música y el otro las letras, hicieron de “Orillas” un encuentro de disciplinas, una reunión de amigos, y de personas que andan en distintas sintonías dentro de la búsqueda artística. “Orillas” convocó músicos, cantantes, fotógrafos, y artistas plásticos. El diseño, muy cuidado, del disco, se acompaña de un librito donde se reproducen las obras que cada plástico invitado realizó sobre el tema para el que fue convocado. Cada vez que sus autores presentan el disco, están presentes los cuadros. Y cada vez que la fiesta sucede, se nombra a cada plástico y su obra, y se agradece su colaboración. Me digo, pienso: qué bien por la unión de oficios, y qué bien que se haya invitado a Marta Líbano.
Líbano en Orillas de Ibarra/Castañeda.
Marta Líbano es de acompañar la muestra de otros artistas, de detenerse frente a la obra y expresar su admiración, de resaltar todo aquello que le gusta, que encuentra en el quehacer del otro. Es muy cuidadosa al momento de hablar sobre su trabajo, no tiene problemas de ego, por eso, por su manera de andar: simplemente una buena persona, que además pinta, la hace feliz encontrarse con las bondades de otro artista. Entonces me digo que así como ella acompaña, los demás deben acompañarla. En pocos días más inaugurará una muestra de sus últimos trabajos en el hoy amigable espacio del Club Social Gualeguay. El cotidiano de Marta Líbano la ubica en su rol de personaje de la ciudad/río, personaje por esto de habitar la memoria de los gualeyos. De gira anda siempre la dama, cuidando sus amados perros, tomando apuntes para un nuevo cuadro, trabajando, porque ante todo es el trabajo constante -Marta es una verdadera trabajadora de la cultura- aquello que define su pintura, su memoria.
En “Orillas”, Ibarra y Castañeda la invitaron a sumarse al tema “Peón islero”, y Marta aceptó. Tomó acrílico y espátula, su herramienta preferida. Recuerdo que en la entrevista que le hice hace un tiempo, me habló de su predilección por la espátula. Revisé, y entonces me reencontré con la totalidad de su testimonio referido a su quehacer plástico: “Abandoné el óleo, trabajo con acrílico; empiezo con una mancha grande, y después puedo saber o no el desarrollo; puedo saber que quiero algo con el río, pero después el cuadro va apareciendo. Uso también junto al acrílico, la carbonilla. Soy de meter las manos en el cuadro, me dicen: ponete guantes, no puedo, no lo siento, también uso lapiceras viejas para hacer rayitas. Me ensucio entera. Después de ver los cuadros de Quinquela empecé con la espátula, así que uso pincel y espátula; leí que con espátula no hay una técnica definida; con ella me siento en libertad, más que con el pincel. Con espátula no pienso, es como que surge todo solo; y mis pinceles son duros, me gusta arrastrar la pintura, por ahí como si fueran espátulas”.
En “Peón islero” queda probada la afirmación de Marta. Me digo, es muy posible que ella no piense mucho en ese momento, muchas veces ayuda en el momento del hacer, el no tener todo claro, nada más que transitar, dejarse llevar por el río que a veces se lleva adentro; y es desde ese río, la espátula su bote, que Marta pinta su río, el de toda la vida, la presencia primera en su obra; y en ese no pensar, en ese dejarse llevar, su pintura combina registros: porque en la pintura hay formas explícitas nacidas del trazo certero, pero en el mismo cuadro hay espacio para cierta abstracción, uno sabe que mira el verde de la costa, pero no hay detalle, es una sugerencia, un a mitad de camino entre lo figurativo y lo abstracto, hay un juego cercano a la técnica impresionista; hay, me digo, una especie de feliz neblina en el centro de la obra, un algo fantasmal, felices fantasmas de plantas y árboles acompañando la realidad del peón en su bote; hay empaste acrílico también feliz entre las sombras: un cuadro sombrío, como el destino del peón: el cielo, su claridad, aparece en la lejanía. Esa niebla de sintonía fantasmal, fantástica, está presente en muchos cuadros de Marta; a mi gusto, los más logrados, porque más que enseñar, sugieren un más allá desde donde el espectador huye y regresa a la naturaleza humana y sus alrededores. Ese más allá también lo encuentro en los ojos de los pibes/gurises que también son habitantes notorios en la obra de Marta; en esos cuadros, la artista vuelca, ante todo, su mirada sobre lo social, sobre todo aquello que maltrata a los que menos tienen; en esos pibes, la mirada es, a mi modesto parecer, otro logro de la pintura de Líbano. Una puerta a la fantasía a través del eterno paisaje del Gualeguay; y una mirada sobre el costado doloroso de la realidad que nos toca en suerte: creo que, de esto se trata la pintura de Marta Líbano. Y este quehacer lo realiza desde una postura totalmente sincera, sin pretensión.
Tarjetas originales para la muestra.
Marta Líbano se sienta a la mesa de la cocina. Ofrece café en la mañana de lunes en que pregunto por su próxima, faltan apenas unos días, exposición a realizarse en el Club Social Gualeguay. Su muestra anterior fue en 2014: “Hay alguna obra anterior, pero la muestra es fruto del trabajo de los últimos años. Siempre pienso en un tema, claro que también salen otros cuadros, pero hay un tema elegido, que si bien es algo que también puede variar, hay una intención detrás del trabajo a realizar. Tres años de trabajo, que no es que me los pasé pintando, porque un cuadro no empieza con la primera pincelada; pienso en qué voy a hacer, en cómo me gustaría hacerlo, y resuelvo detalles con el pensamiento; mientras tanto: camino o hago las cosas de la casa. Entonces pienso en un tema y las imágenes de los cuadros van surgiendo. Y vuelvo siempre a mis preferencias: el paisaje, el río, la gente. Esta muestra se titula: Mi Lugar en el Mundo. Es sobre todo lo que yo vivo, vivencio”.
Mi Lugar en el Mundo, y entonces pregunto por la ciudad/río de Gualeguay: “Tengo dos Gualeguay. Una es la de cuando era chica, cuando deseaba que mi mamá me dejara andar en pata entre las zanjas. Mi casa natal (señala un cuadro que hay en el living), en la calle Urquiza, cerquita de donde hoy está la farmacia; ahí mi papá tenía el caballo, el carro, el almacén; la calle era de tierra, había paraísos, creo que ya no queda ninguno. Si te acercás al cuadro, me vas a ver sentada en la puerta. Tengo nostalgia de las casas viejas, con zaguán. Y está la otra Gualeguay, la que se puede caminar, la que tiene la costanera, la de hoy. Además me gusta la gente de Gualeguay. Me conozco con todo el mundo, no solo con la gente que me puedo encontrar en un paseo o en un espectáculo, por supuesto: nos conocemos todos, sin ser amigos, nos saludamos con calidez; y también soy conocida por todos los lugares donde ando con los perros: hablo con todo el mundo”.
Marta Líbano y su pensamiento sobre la exposición, sus ganas, su manera de mirar al otro: “Me gustaría que vaya todo el mundo: el que sabe del tema y me puede dar una apreciación con conocimiento, y aquel con el que hablo en el Parque, gente a la que veo todos los días, que veo más que a los amigos. No me interesa lo selecto. Hace 60 años que pinto, y con cada muestra me pongo bastante loca, acelerada; hago otras cosas, pero estoy pensando en la muestra; de todas maneras, lo disfruto mucho: es como mostrarse uno, muestro los cuadros y me muestro, y no solo eso, siento que también me doy; por eso los detalles de las tarjetas de invitación: son detalles de una ceremonia que disfruto, y entonces siento que le doy algo mío a las personas. Fui a otros lugares con una muestra (Paraná, Zárate, Larroque), pero no me interesa tanto el afuera; me gusta más presentar en Gualeguay con mi gente. A esta altura de la vida busco sentirme bien y hacer sentir bien a las personas”.
Recordaba que hacía meses Marta me había hablado de su próxima exposición, y en medio de aquella conversación, ella me enseño el trabajo que estaba realizando para el evento. Fuimos al taller y vi la mayoría de los cuadros, componentes obligados, lógicos, de la muestra, pero además me enseñó un complemento, un toque de distinción que se agregaba para la memoria de la futura presentación. En la mañana gualeya pregunté por esta cuestión: “Las tarjetas son un gusto que me doy. Hay gente que me dice: yo no tengo dinero para comprarte un cuadro, pero me encantaría tener algo tuyo. Pensé entonces en dibujar sobre cartón, chiquitos: 14 x 7 cm., paisajes: hay una pintura de fondo, y sobre el color, un dibujo en carbonilla. Luego un fijador para que se conserve. Quien quiera, lo puede guardar y hasta enmarcar. Hice 105, no sé si alcanzarán o sobrarán; empecé a hacerlos en el verano. La mayoría son paisajes del río. Es como una devolución para los que vayan a la ceremonia”.
Taller de Marta Líbano
Me digo que en la pintura, en la vida de Marta Líbano, hay un toque naif; es como si ella, a través del mismo, buscara ayudarse, y ayudarnos, a hacer más amable el paisaje de este mundo que nos toca. Algo así como si ese universo pintado, con aroma cierto de sueño de niño, invitara, indicara: que sí, que a pesar de ser una sociedad enrevesada y poco solidaria, todavía tenemos la posibilidad de salvarnos, de ser en el otro. Marta Líbano piensa en el otro y comparte sus ideas. Salvarnos, sí, en un paraíso, pero de todos.
La exposición podrá ser visitada entre el 24 y el 30 de junio en el Club Social de Gualeguay. Avisa Marta: “La muestra consiste en 22 cuadros: algunos usando técnica mixta, pintura y dibujo, otros realizados totalmente en acrílico; algunos hechos con pincel, otros con espátula. Hace años que dejé el óleo, ante todo me hacía mal a los bronquios. El acrílico seca rápido y es complicado el arreglo, así que trato siempre de trabajar con la mayor precisión posible: eso me obliga a estar atenta, y esto viene bien, engancha con la persona que soy: me gusta ver las cosas terminadas”.
Como dice el amigo Chango Ibarra: No se distraigan, y visiten la muestra.

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