domingo, 15 de octubre de 2017

Alzaprima

Hubo una primera vez para este lector en tantos tragos sustanciosos, hallazgos de hermano beso corto -que tan bien invita a la reflexión- en buen tinto, en buena tinta tomada desde la forma libro, porque de los libros también se bebe. Hubo una primera vez, decía entonces, que leí: “alzaprima”; una palabra nueva, un presente me llegaba desde este, mi nuevo paisaje entrerriano orbitando la ciudad/río de Gualeguay; una palabra desconocida que me sugería un lugar: una música tranquila, amigable, profunda, y otra vez la profundidad, esta vez la de una jarra sustanciada en la más sugerente arcilla del paisaje por donde vuelan las palabras. Pregunté al poeta: ¿alzaprima?, y el poeta dijo sí: “Alzaprima”, así se llama mi último libro. Dijo seguro y feliz, el poeta; ¿su nombre?: Ricardo Maldonado. Entonces supe del significado de dicho término, y de los sueños que encierran las sintonías de su libro.
Me cuenta el diccionario, desde distintas ventanas, sobre “alzaprima”: un pedazo de madera o metal que se usa como cuña para realzar algo. Me cuenta también del puente, la tablilla en los instrumentos de arco. También aprendo que así se llama a la cadena o cadenilla que sirve para levantar y fijar al talón las espuelas pesadas. Fijar entonces la cuña, construir el puente, un tensar de eslabones para levantar ideas fundamentales.
“Alzaprima. Décimas del trovero y otros poemas” (2017) de Ricardo Maldonado es otro de sus libros para afianzar memorias y emociones; otro libro donde resguardar sustancias: vastedades del espíritu, una defensa férrea, porque así lo exigen estos tiempos del barullo y la velocidad. Y “Alzaprima” se planta desde su mínima presencia. Sabido es que la sustancia del libro se guarda en su interior, pero digo que también es necesaria su estética, un costado decisivo para presentar una mirada. La forma libro es el viento necesario, el nexo, que debe acomodarse de manera amigable en la mano del lector. Esto ocurre de manera explícita con el último libro de Maldonado; sigue la línea estética ya reconocida como marca inconfundible de Ediciones del Clé, pero agrego que la presentación, casi etérea, de “Alzaprima”, de apenas 12x22 cm., no más de 70 páginas, más la disposición de la susodicha y decisiva sustancia, hacen que desde su fragilidad se abra fuerte al desafío.
“Alzaprima” tiene distintas sintonías, diferentes maneras de presentarse, y por lo tanto puede ser leído de distintas manera. El mapa avisa que los tesoros a hallar están entre las: “Décimas que trajeron aquellos de la ‘intemperie sin fin’, y que en la poesía siguen brindando sus alzaprimas de sostén y apertura, sus cadenas de plata en cada pie, sus difíciles baquías” (anota Maldonado en la contratapa); estas décimas aparecen en letra redonda y en negro, se sujetan así también a una tradición fundacional en la forma libro; pero entre las décimas se mece otro cauce, otro registro musical representado en letra cursiva y en azul, el color que siempre señala los sueños de las almas en la escritura; es en este “azul cursivo” donde viven tres vibraciones, diferentes en forma, pero con los mismos intereses humanos y estéticos; ellas son: “Maderas de abril”: donde el autor hace gala de una prosa poética notable, fundando una mirada maravillosa sobre el mes de abril, y en relación a él, las emociones vitales en torno al guitarrero y su compañera, la guitarra nacida desde la madera; “La rebelión de lo distinto”: una manera de acentuar la mirada sobre la sociedad que nos toca en suerte, la misma que nosotros hacemos, y entonces a no distraerse; y “Nuevas empuñaduras”: Maldonado acuñó la forma “empuñadura”, ya había publicado un buen número en “Voz varia” (2015), y ahora agrega otro puñado generoso; es esta forma una vuelta de tuerca sobre el aforismo, llevan estas empuñaduras un giro personal que las alejan de lo explícitamente autorreferencial; el pensamiento llega desde la totalidad del paisaje.
Ricardo Maldonado
Transitan entonces por “Alzaprima”: poemas, décimas, prosa poética, pensamientos, pistas de ayer y de nuestro presente; las cartas se mezclan: pasa el poema, sigue la prosa, vuelta el poema, llega la rebelión, nuevo poema y una página de empuñaduras; me digo, como si fuera la calesita de mi infancia, diferentes presencias. Se puede leer “Alzaprima” mezclando sus colores y formas; se puede ir solo de décimas hasta el final, solo de empuñaduras al frente, o solo sabiendo de la notable: “Maderas de abril”.
Nada mejor de leer al poeta, elijo de “Maderas de abril” cuatro estoques:
I: “Abril, te sentaste sobre qué proeza, escondido de quién maduraste el cobre para corresponderte de pronto con mi rostro ya desempañado por tu mano; y así nítido y frágil me he quedado esperando una respuesta a la medida de unas maderas con forma de guitarra, provecho de madera para una voz ya en el otoño inexorable de estas lomas que sufren de arrebatos de sol y palpitaciones de aves en dormidera, y estás aquí comprendiéndome con tu aire, tu exhalación de levantar caídos en esta marcha”.
III: “Abril predica claridades desde el puente de una encordada, muestra su gallardía, afina y se precipita con esa luz que es un motivo a fondo blanco, se vale de una caja llamadora de ángeles, madera de guarda, sazonado tablón con seis décadas de espera. Una niña tan niña que en cada cuerda canta: ‘estaba la blanca paloma / sentada en el verde limón’, todo un desagravio de antiguos abriles, cuando las ‘Barbies’ de los supermercados todavía no esterilizaban la infancia. Se expresa a medida de su valía y a la hora de asomarse encantada bate plumas por doquier. Por eso suenan del mismo modo diapasón y pájaro, escala de otoño y clavijero; por eso rotan las cuerdas sus molinillos, se acomodan a mejor pasaje y sucede entonces la natural restauración del sentimiento”.
V: “Abril se toca en el fresco mural de un pétalo que acaba de pintar, y es una saludable altura la frescolera que lo cruza llevando el gorro frigio de la estación. Graves bandadas se despiden con dignidad. Parte abril con la mano en alto, como quien saluda a dos cuadras antes de perderse para siempre. Acontece un desmoronamiento y hay exequias dulces y pavorosas. Abril es un vado por donde se puede cruzar el año, se explaya entre dos orillas: el verano tardío y el otoño reciente. Apenas sucede el instante de su nombre una canción se dora a fuego lento bajo las estrellas. Olor a carpinterías solícitas tiene, mientras se desnuda en la nuda mirada y afuera pasa, ajeno, como carroza de aparecidos”.
XI: “Abril lo sabe, son estas las últimas maderas que cantan, las que tiemblan en el amanecer de los ausentes pájaros, las que son prendas de resistencia, las salvadas del fuego, las de radiante alma para la música; las que dieron boca, cintura y espejo a una guitarra y en ella se trascendieron. Costillas del monte que antes se multiplicaban hasta dar con un jacarandá, criatura de fábula para el labrado de una celeste luthería, el sustain de una nota que nos persigue hasta dormidos, fibra de retornos imposibles para afinar con las esferas. Dalbergia nigra que en beso último se despide de esta época. Luego despertará su carne de campana, de ‘tristes trópicos’ restaurada”.
Atravieso el vado de abril y abro un poema que dice de a diez versos: “Partió sin partir la Nona”: “Están cumplidos los soles / de una abuela allá en Mantero, / después de acopiar luceros / en su viva brasa de antes, / después de tejer constante / con hebras de su persona, / donde el pasado se entona / y vuelve a cruzar la historia, / con sus prendas de memoria / partió sin partir la Nona. // Supo del sulky en el barro, / del fuego a tientas con ramas, / del ave que al cuento llama, / del malvón cuidado en tarro; / del destino de guijarro / en su vida que ahora dona / un motivo a la bordona / para que suba en estilo; con desvelado pabilo / partió sin partir la Nona. // Saberes que son de antaño, / diente de perro y carqueja, / si hay torta criolla hay conseja / y dichos para afilar; / si habrá visto trajinar / trilla en chiripá de lona / y en el alba remolona / cuando hay niebla en el Gená / la décima es quien dirá: / partió sin partir la Nona. // ‘Ansina es la vida ansina / vivir soñando de gozo / y después del alborozo / jorobarse y tomar quina…’. / La copla que en la cocina / se jugó su redoblona; / sólo el tiempo es quien perdona / tanta luz desamparada. / Con ramos de suerte echada / partió sin partir la Nona”.
En “La rebelión de lo distinto I”, el poeta hace esquina: “La rebelión de lo distinto / empieza por esa bandera que no se entrega, / ni se deja arrebatar por el consumo a ciegas / o la usurpación del acto de vivir. / La rebelión de lo distinto / sucede cuando dan ganas de salir corriendo / de las redes sociales, / de las manos esclavas en los celulares, / del clima nocivo del jardín virtual, / de la pantalla encarnizada del facebook. / Entonces una piedra del espacio interior / irrumpe, vence la narcótica gravedad / de estos días, brilla a su albedrío. / Se incendia como roca del cielo / al entrar en la atmósfera cotidiana, / se hace presente con su razón de ser; / desde lo más profundo de cada uno / desbarata en ondas excéntricas / el orden establecido, / la dormidera colectiva, / la concéntrica dependencia. / Así se reinstaura el tiempo nonato, / el potencial perfecto. / La rebelión de lo distinto / urge, para el que se anima, / despertar con todos los sentidos”.
“Entonces una piedra del espacio interior / irrumpe, vence la narcótica gravedad (…)”, la repetición de un hallazgo, antes de hundir la mano en algunas empuñaduras:
“Hojas de olvido a merced del tiempo; / hay quienes de chicos se preparan / para ser solo eso, y pasan”.
“El ángel de la brisa insiste en despertar / al niño detrás de la frente”.
“Escribir es encontrar a veces la superación / a pesar de uno, fuera de uno”.
“Alegrías pasadas que se alambican, / maduran en guarda para cuando / haya celebraciones o convalecencias”.
“Un libro con lejanías es el mejor libro”.

“Alzaprima” con sintonías de alta en el cielo para las patrias internas de las humanas criaturas en su paisaje. Un libro para ir descubriendo en el tiempo, un libro de regresos mientras las lecturas se suman, y se completan las ideas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario