Una
ventana puede devenir en artilugio mágico, una herramienta para ejercer el
derecho y el deber -como si de conjunción celeste en frecuencia terrena se
tratara- con que el hombre construye su mirada. Una ventana, convenientemente
tratada por el paso de los años, puede transformarse en una cápsula de tiempo
abierta al tránsito a conciencia de una sociedad. Una ventana bien puede ser la
imagen acertada para un bosquejo a mano alzada que ilustre la poética de una
memoria viva. Como sucede en cada memoria, la realidad de ciertos “sucedidos”
abre la veta ficcional que respira en toda vida: la posibilidad de que aquello visto
y escuchado “acá y allá” sea escrito sobre el paisaje de una ventana otra de la
ciudad/río de Gualeguay. Ventanas fundacionales de escritura: la mirada humana
confluyendo en la maravilla del sueño. Poesía y prosa nacida a partir de fotografías
hechas sobre ventanas: una forma de conocer la aldea.
Hace
un año que sé de la existencia de la serie fotográfica “Ventanas de Gualeguay” de
Fabricio Castañeda. Recuerdo dos fotos que me llevaron a escribir una nota en
la que jugué a ficcionar sobre la suerte de algún personaje y la ventana. Le
dije a Fabricio que entre manos tenía un libro más que interesante: imagen y
texto. Como siempre ocurre, el tiempo vuela, y en medio del transcurrir las
criaturas trabajan, pero claro, no todos tienen la capacidad de trabajo de Fabricio.
Además de los discos, del trabajo constante junto al Chango Ibarra, de su documental
“Bar El Faro”, junto a Mauricio Echegaray, Fabricio tuvo la idea de montar una
exposición coincidente con un nuevo aniversario (235 años) de la fundación de
su aldea natal. La serie fotográfica se convirtió en la muestra “Ventanas de
Gualeguay”. 35 fotos de ventanas que, por distintas razones, llamaron la
atención del fotógrafo. Dichas ventanas son una interesante propuesta estética,
y un sustancioso convite para los 35 escritores (poetas y prosistas) convocados
para jugar con la palabra. Hace meses que Fabricio trabaja en la muestra que se
inaugura el 17 de marzo en el Club Social.
Ventana para Daniel González Rebolledo |
Entre
los escritores convocados están: Verónica Centurión, Pata Corbani, Daniela
Scagliola, Ruth Estapé, Miguel Ferreirós, José Arenas, Leonardo Guilarte,
Lorena Díaz, Norman Robson, Lucio Arce, Raúl Castañeda, Marisa Vázquez, Miguel
Ángel Peñalba, José Luis Zanetti, Damián Lemes, Daniel Rodríguez, Diana
Guerscovich, Pablo Stasiuk, Mariano Pini, Raimundo Rosales, Juan Penas, Rubén
Serrano, Walter Almará, Selva Olivera.
Cito
algunos autores junto a un fragmento de sus
textos:
Gisela
Beer: “(…) Cuando era chica esta ventana se abría hacia adentro y hacia afuera,
de esto me di cuenta hace poco al volver a la casa de la tía. Pinté las paredes
que eran verde musgo de un rosa viejo y me gusta. A esta ventana la dejé así
como estaba. Ahora sólo se abre hacia adentro como yo. (…)”.
Coni
Banús: “Grises de Dios: Asoma el tiempo por las arrugas de su madera. / Recuerda
/ los viejos amantes / los chicos jugando / el chisme de paso / y el ramo de
flores / que fue de regalo / -las flores / de cuando nace el amor o cuando
mueren los hombres. (…)”.
Daniel
González Rebolledo: “Extramuros: (…) El tiempo se trabó en la banderola / en un
anochecer pleno de olores / cuando aún me abrazaban los jazmines / y alguna
serenata ardía de amores. / Después, la casa toda fue quedando / como el mirar
umbroso de la anciana / que apenas descorría las cortinas / y bajito lloraba,
acongojada. / La soledad tomó cada rincón, / cada mueble de polvo, apolillado,
/ no hubo ecos de risas en los patios / y todo fue un crecer de yuyos altos.
(…)”.
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Ventana de Manuel González |
Paula
Sciutto: “(…) La siesta del sol fatal, que hacía cualquier cortina obsoleta,
colándose de a tiras finas y rayando el piso de filos amarillo claro. De a
ratos el silencio del barrio se tajeaba con moto desquiciada, o una charla
pasajera de vecinos, y en seguida volvía la Calma Reina, que hasta los perros
sabían respetar. (…)”.
María
del Rosario Sánchez: “Auxilio: La ciudad se derrite. / Me paso la mano por el
pelo mojado. / La ciudad derrite mi cuerpo mojado, / mientras él, se aferra a
mí. // Cierro los ojos: / nuestra ventana. / La recuerdo cerrada, límite de la
expresión. / Entonces reaparece el cuerpo entumecido, / llevado por el deseo de
atravesar el pueblo. / Recuerdo que así estaba. // (…)”.
Flavio
Crescenci: “Toda ventana esconde un mundo. A diferencia de una puerta (que se
abre para que un cuerpo la atraviese, que se cierra para que ningún cuerpo la
traspase), la ventana es un asunto más bien de la mirada —paloma fisgona e
intimísima, vuelo o retina— y, como tal, medra entre la incierta polvareda que
el tiempo deposita en sus vidrios y maderas. (…)”.
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Ventana de Paula Sciutto |
Manuel
González: “Julián y su ventana: (…) Cuando él estaba adentro, la ventana tenía
otro color y otra luz. Desde adentro el afuera se veía luminoso, como promesa
de felicidad y mil aventuras, pero desde afuera, el adentro se mostraba oscuro,
como el fin de la diversión.
Adentro,
entre las sombras de la digestión, el tiempo pasaba lento, muy lento, hasta que
llegaban los chicos corriendo, gritando y llamando “al Juli” pal picadito. Entonces él se ataba
presuroso los timbos, para no perderse ni un gramo de rayo de sol callejero.
(…)”.
Guille
Lugrín: “Cuando de niño: Cuando de niño buscaba las formas de las cosas / en el
caso de las casas los ojos eran ventanas. / Cuando ya sabía el rumbo de la
senda cotidiana / fue en esa ventana que aprendí el misterio de la rosa. //
(…)”.
En
la exposición de Castañeda hay ventanas, la semilla a partir de la que se construye
la historia de una casa, y a partir de las ventanas: palabras amanecidas, y
hay, además, pistas que tienen que ver con la geografía de la ciudad/río: “calle
y número”. Por ejemplo: Carmen Gadea 232, Carmen Gadea 614, Alfredo Palacios
94, 25 de Mayo 964, Intendente Giménez 132, La Paz 349, San Lorenzo 302. Cada una
de estas ventanas tiene, estoy seguro, una pista dentro de la memoria de cada
gualeyo. En algún momento vimos cómo la ventana miraba. Claro que fue Fabricio
a quien se le ocurrió hacer el disparo de memoria sobre el artilugio mágico.
De
charla con Fabricio Castañeda pregunto por el primer movimiento de su
propuesta, la besana de fundación: “Nunca hubo una idea de hacer la serie de
fotos. Fue un descubrimiento. Me llamó la atención una ventana. La máquina
siempre a la mano. Me interesaron dos ventanas, y me di cuenta de que cuando
iba paseando le prestaba atención a las ventanas. Fue encontrarme con el tema,
sin querer”. Quizá sea la mejor manera de construir una idea: en el después del
encuentro. Porque en estas cuestiones del intento artístico, de amor y de
trabajo también se trata.
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Ventana de Gisela Beer |
Fabricio
Castañeda y el click que detiene el tiempo: “Mi fotografía viene de la
intención de plasmar un momento, un paisaje, pero no pasa de ser un hobby. Trabajo
con una cámara básica. Es la inquietud del momento: registrar aquello que me
interesa. Quizá por eso tardé tanto en decidirme a hacer una muestra de fotos
cuando no soy fotógrafo. Pero en la muestra, la foto es solo una parte de la
propuesta, que es integral, hay en ella distintas ramas del arte”. En el caso
de Fabricio la fotografía es una especie de puente extendido hacia sus
intereses, una herramienta que colabora en su trabajo de guardar historias, principalmente
como autor de canciones, de su aldea natal. El convite a los escritores no es
más que compartir con pares una de sus formas de trabajo.
Sobre
la muestra: “Hace unos 6 meses que la pienso. En un principio quise estimar un número,
unas 20, pero cuando la muestra quedó dentro de los festejos por el aniversario
de Gualeguay, el número de ventanas quedó en 35. Invite a amigos escritores a
trabajar una historia o un poema sobre cada ventana. Pensé la muestra para el
Club Social, porque ya hemos trabajado juntos varias veces. Es un buen lugar
para esta propuesta”.
Fabricio
y los detalles de la noche de inauguración: “La ambientación, la estética del
lugar va a estar a cargo de Walter Testa. Está la muestra de fotos y literaria;
hay una parte teatral dirigida por Nora Cosso, actúan Damián Lemes, Agostina
Pagella, Alejo Saldaña, Melisa Saldaña, Chango Ibarra y Nelson Leonori. La
historia a representar: un enamorado le va a dedicar una serenata a la ventana
de la casa de la novia, que ya no está; se da un diálogo entre los trabajadores
que tienen que derribar la casa y el enamorado que espera a los músicos. Hay
otro momento musical en dos partes: una del Chango, Lemes y Agostina, con el
tema ‘Ventanas silenciosas’ -de mi autoría, música de Chango- y que tiene que
ver con las ventanas de las casas donde vivieron los desaparecidos de Gualeguay
durante la última dictadura militar; Lemes va a cantar un tema sobre ventanas
de su autoría; el Chango agrega un tema instrumental de su autoría sobre el
tema; y Agostina viene con el bandoneonista Nicolás Henrich y va a hacer unos
tangos donde aparecen ventanas, ya no gualeyas. Algunos de los escritores, 4 o
5, van a leer sus textos”.
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Ventana de Flavio Crescenci |
Entonces
la inauguración: Club Social de la ciudad/río de Gualeguay, día 17 de marzo.
Propuesta de Castañeda, y apoyo del Municipio y el Club.
Me
queda por agradecer a Fabricio por la invitación a “escribir” una de sus
ventanas. En medio de la charla me enteré de que mi ventana era especial: “La
primera ventana que saqué fue la del boliche de Perchivale, hace como dos años”.
Recordé algo que escuché a Raúl Emilio Albornoz Castro, más conocido en su
barrio como el “Turco”, sobrino del plástico Antonio Castro. Al referirse a la
obra de su tío, dijo: “Guardo pinceles y bosquejos de él, a varios los hice
enmarcar y los colgué. Me gustan porque es cuando nace la idea”. El Turco y una
razón maravillosa. Pienso en la primera ventana, mi ventana, como el bosquejo
de una serie, de una muestra, de una pista en la memoria: “Ventanas de
Gualeguay”.
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