domingo, 3 de agosto de 2014

Una recorrida de la mano de Emma Barrandéguy



Emma Juana Barrandéguy Solimano, gualeya ilustre nacida el 8 de marzo de 1914 y fallecida el 19 de diciembre de 2006, llevó adelante durante más de diez años la página de El Debate Pregón Cultural.
Emma falleció un martes, y en la edición del domingo 24 de diciembre, en esa página que se quedó sin su mirada, la poeta Tuky Carboni publicó un texto: “Madre hay una sola, pero yo tuve dos”. Emma fue madre literaria de Tuky. Ella describió, en pocas líneas, muchas de las almas de Emma: “Al recibirme ella de igual a igual, con la sencillez que solo tienen los grandes, pude frecuentarla y comprobar su generosidad de juicio, su lealtad a las ideas que había profesado desde joven (y que mantendría hasta la muerte; pero que no trataba de inculcar a los demás), su respeto por las elecciones personales, su solidaridad, su permanente capacidad para alentar al más tímido de los poetas, su talento para infundir confianza, su hondura humana, su vastísima cultura, su creatividad al servicio de la literatura”.
La cultura de Emma, repartida en su multitud de almas, era notable, y en la página Cultural el lector tenía la suerte de encontrar sus ideas, gustos y recuerdos. Se podía leer un texto de Italo Calvino, un poema de Eise Osman, palabras de Hugo Mujica, sacerdote y poeta, poemas de María Elena Pérez Petre, consideraciones sobre el arte de Derlis Oscar Maddonni, poesía de Kavafis o un escrito de Witold Gombrowicz. En ellas la presencia del escritor Arnaldo Calveyra, un cuento de Sixto Miguel Argot, un poema de Julio Saldaña, poemas de Rosendo Taborda.
Cada una de esas páginas era una invitación al aprendizaje, a la emoción, una apuesta a la transmisión de historias, opiniones, sensaciones. Es por eso que acepté una recorrida por algunas de ellas. El viaje fue sustancioso. Aquí una pequeña memoria de lo hallado.
Encontré un texto corto titulado “Siempre” de Derlis Maddonni en la página del 31/03/2002: “Obscuros caminos los de la sensibilidad. Tanto crispan hasta el llanto, como nos tornan creativos, mansos y contundentes, terriblemente crueles y certeros. Obscuros caminos que recorremos solos, sin guías –no hay guía posible-, sin conocimientos previos. Caminos de la felicidad o del quiebre estrepitoso y el abandono. Caminos donde los silencios son gritos y los gritos vergonzosos silencios. Duele esto hasta lo impensable, hasta lo imposible de imaginar y narrar. Increíblemente agudo este dolor, como inconcebible la felicidad que puede producir, a veces, ese pequeño hallazgo sin valor alguno para otros, que pasan ligeros, miran ligeros, opinan ligeros y juzgarán ligeros…
Obscuros caminos los de la sensibilidad, que hemos elegido, pero que resultarán condena al lápiz y al papel para siempre. Solitario quehacer de jueces y partes. Condena que se cumple, casi siempre, a pesar nuestro. Necesidad, obsesión, placer y dolor de sentirnos solos y enfrentados, siempre, a esa nada blanca que espera el desgarramiento de una línea, una pobre línea”.
Este gualeyo no para de sorprenderme, artista plástico, poeta, pensador, capaz de escarbar sangre adentro de las ideas y las emociones. Siendo poeta y llamándose Oliverio O. le entregó a Emma el poema “Y sí…” publicado el 02/03/2003: “Una noche copuló / con la vida y con la muerte. / Al despertar comprendió / casi perverso, / que todo, / no es más que eso. / Y sí…”.
El 06/07/2003 publica Emma “Poesía Palestina de combate. Fatwa Touqan”. Consigna el poema “Diario de Mazin”, y cito un fragmento: “Me siento a escribir, ¿qué puedo escribir? / de qué servirán las palabras / oh mi pueblo, oh mi patria / qué despreciable sentarse a escribir / en este día / ¿acaso la palabra protegerá a los míos? / ¿acaso la palabra protegerá a mi patria? / hoy / todas las palabras son como la sal / que ni brota ni florece / en esta noche… (…)”. Emma cuenta qué pasó en la escritura de esta autora palestina, luego de la invasión israelí de 1967: “La obra de Fatwa Touqan sufre en ese momento un giro decisivo. Dominada en el pasado por el sentimiento del exilio y del desgarramiento, va a desarrollarse en adelante en el combate”. Una memoria triste que sigue presente en estos días; otra memoria donde uno de los gigantes del acero se enfrenta a la reacción de un pueblo. Desde la poesía y las ideas llega la propuesta a todos los hombres: interesarse por la historia y sus vueltas, porque es la única manera de entender las razones de un conflicto. La memoria es el camino. Emma lo sabía allá en julio de 2003, cuando hablaba de 1967.
“Hoy poesía de José Saramago” es el título de la Barrandéguy el 17/07/2005. Destaca un puñado de poemas del portugués notable, transcribo “Inventario”: “De qué sedas están hechos tus dedos, / De qué marfil tus muslos lisos, / De qué alturas llegó a tu andar / La gracia de gamuza con que pisas. // De qué moras maduras se extrajo / El sabor acidulado de tu seno, / De qué Indias el bambú de tu cintura. / El oro de tus ojos, de dónde vino. // A qué mecer de ola vas a buscar / La línea serpentina de tus caderas, / De dónde nace la frescura de esa fuente / Que sale de tu boca cuando ríes. // De qué bosques marinos se soltó / La hoja de coral de tus puertas, / Qué perfume te anuncia cuando vienes / A rodearme de deseo las horas muertas”.
Al conjugarse esta página y el poema amanecen en mi alma de escritor dos memorias. Una tiene que ver con Emma, a quien conocí a través de sus libros, y a través de testimonios muy valiosos, como son los de los escritores Tuky Carboni y Daniel González Rebolledo. Pero con Emma no tuve la suerte de experimentar la charla en directo, qué lástima que los tiempos y lugares no posibilitaran el mano a mano. En cambio sí pude estar de charla en una mesa de café con José Saramago en algunas oportunidades. Al estar cerca de Saramago y de su mujer, Pilar, pude comprobar que en su caso se daba una plena confluencia entre la obra y el hombre: una obra maravillosa, igual su persona. Podría señalar en él varios de los atributos enunciados por Tuky al referirse a Emma: “Al recibirme ella de igual a igual, con la sencillez que solo tienen los grandes…”, de la misma manera Saramago, un premio Nobel de Literatura, tuvo tiempo para hablar con este escritor que todavía está tratando de “ser”.
Emma publica “Ortiz” en la página del 04/09/2005. A continuación un fragmento: “Cuando vivía en la casa del Parque, quizás años 1923 a 1930, yo tenía 9 años, de modo que ya lo conocí en la otra casa, en la calle del Molino, decíamos, y que creo es ahora B. Mitre. Allí lo visitábamos, acariciábamos sus gatos y hasta creo haber conocido a Diana, la famosa perra galga del poeta, quien le dedicó al menos dos composiciones de su vasta obra. Los gatos eran unos siete, que el poeta juntaba del barrio, o se los llevaba a su casa algún vecino.
Era un hombre fundamentalmente bueno, que recorría el pueblo en su bicicleta, visitaba a sus amigos aunque no fueran escritores, quizá pescadores, carpinteros como Amaral, gente de su familia, ya que estaba emparentado con los Beracochea, y mi casa para alguna reunión política. Todo esto sucedía entre 32 y 37, en que viajo a Buenos Aires. Es entre esas fechas cuando gracias a un librero amigo, el insigne Hartkopf, se organiza una especie de peña de izquierda que se llamó ‘Claridad’, como la agrupación pacifista de los escritores franceses de la época, que Ortiz leía con entusiasmo. Siempre fue afecto a la cultura francesa, como se acostumbraba en esa época. Así, al mismo tiempo que nos reuníamos en ‘Claridad’ para arreglar el mundo por medio del socialismo (ideal paralelo de una generación y a nivel mundial), también nos reuníamos en mi casa (ya que siendo la única mujer del grupo no se me dejaba salir de noche sola) para leer marxismo y poesía.
Luego las relaciones de él en la Capital se limitarían a colocar, en el diario donde yo trabajaba, los bonos para el primer y subsiguientes libros del poeta, con los subsiguientes también denuestos de los compañeros de tareas: ‘Quién conoce a tu poeta, che… dejate de j…’. Cuando viaja él a Buenos Aires comemos torta de ricota que a Ortiz mucho le gustaba en alguna pizzería de Corrientes y tomamos mate en interminables charlas sobre Poesía. El poeta ya está luego en Paraná y nuestras vidas se apartan. Yo me entrego a mi afán poético… y él va hacia donde será semillero interminable de buena poesía”.
Para apoyar la difusión de la obra, en la misma página, coloca el poema “Rosa y dorada” de Juanele: “Rosa y dorada / la ribera / La ribera rosa y dorada / Febrero / y ya estás / belleza última, en el cielo y en el agua, / Etérea, / pero ya estás, / vapor flotante de un sueño / que parece de flor y es de un lúcido pensamiento / que se busca / y se suspende / mientras el cielo es un ardor sensible. / Por los caminos pálidos, entre la hierba oscura, / el alma es un olvido hacia una orilla eterna”.
Leí muchas páginas de Emma, sin duda una colaboradora de excepción para cualquier medio periodístico, y podría seguir enumerando autores o anotando la pista de uno u otro texto, pero sigo el impulso y decido escribir (hasta estos dos puntos todavía no sé qué): sobre la simpleza y contundencia del poema ínfimo de Derlis Maddonni. Me refiero a “Y sí…”. El poema hace las veces de llamador. Hay en él un golpe certero de razón dirigido a la conciencia; un aviso, una ayuda para aquel que piensa que la vida de su pradera no transita de cotidiano entre estos espejos o un recordatorio artístico para aquellos que ya iban anoticiados. Volviendo a Saramago, recuerdo que él siempre recomendaba vivir a conciencia despierta, y me digo que este Derlis de Gualeguay recomendaba lo mismo. Me digo que la vida verdadera se vive mirando al desafío diario directo a los ojos; digo que la vida se vive con una mano de alegría, una mano de amor, una mano de miedo, una mano de duda: porque la duda mucho ayuda por ejemplo a no creerse Gardel ni a creerse que se habita en el fondo de un tacho de basura; esa misma duda es la que posibilita la vida dentro de la sanidad mental que puede aparecer en el sube y baja que vive en nuestra plaza interna: la intención de ubicarle un tiro al equilibrio. Y es en este trabajo tan parecido al ir y venir de la araña: recién descubrí una tejedora ínfima: se descolgó desde la claraboya del baño donde parecía cercana a Gardel, y casi tocó el suelo y la nada… para luego picar rauda hasta la media altura. Ahí nos miramos.
Quizá sabía de la vida y la muerte, de Gardel y el tacho de basura, del equilibrio y los miedos. Quizá había soñado con el poema de Derlis que Emma recibió en otra de sus páginas culturales de El Debate Pregón.
Lo cierto en esta historia es que el buen fantasma de Emma anda de ronda por Gualeguay. Pienso en su figura, en sus tantos matices, en sus almas. Un desafío de años de trabajo aplicado para el escritor que quiera contarla. Claro que no estaría solo: solidario es el buen fantasma de Emma.

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