domingo, 26 de abril de 2015

Pinceles con historia

La vida del artista se construye a partir de un puerto madre: el impulso creador amanecido como besana de los días. Luego se abre el abanico de surcos: en sintonías diversas de íntima conjugación el hombre moldeará su identidad: la diaria búsqueda de anclar el alma en el oficio, la eterna búsqueda de entregar su arte a la memoria.
Pienso en dos gualeyos ilustres: Roberto “Cachete” González y Derlis Maddonni, nacido en Chivilcoy, pero desde pibe, al igual que Cachete, habitante de la orilla urbana del Gualeguay. La ciudad, su río: el puerto, la madre, la luz en los ojos, el impulso.
Cada uno, a su manera, asomó el pincel a los surcos y salió de recorrida con el alma como bandera. Cada uno en su viaje iniciático. Cachete y Derlis: parecidos, y tan distintos: cada uno de ellos forjó su historia en el arte escuchando a sus distintas almas, porque ninguno de los dos fue un solo hombre. Anotó el escritor italiano Gesualdo Bufalino: “No soy complicado, pero contengo juntas una docena de almas simples”. Cachete y Derlis juntos, como refirió el escritor Luis Alberto Salvarezza, reunidos bajo el parral y la noche, acompañados por el vino tinto, las palabras y las uvas. Después separados: Cachete alumbrando distintos paisajes, asombra descubrir su imagen en tantos lugares, siguiendo su impulso inquieto de hombre torturado por demasiadas sombras; Derlis, también con su cuota de dolor, pero fundando alma de poeta y pensador, haciéndose cada vez más amigo del estilete de la reflexión.
En ellos pienso mientras me dispongo a contar lo sucedido el 18 de abril, hace apenas unos días, en la SAAP (Sociedad Argentina de Artistas Plásticos).
Sala Leopoldo Presas (SAAP).
La SAAP fue fundada el 5 de diciembre de 1925. Entre sus fundadores y primeros adherentes figuraban: Benito Nazar Anchorena, el primer presidente, Enrique Prins, primer secretario, Fray Guillermo Butler, Cesáreo Bernaldo de Quirós, Italo Botti, Alfredo Gutero, Agustín Riganelli, Alfredo Bigatti, Emilio Pettoruti, Raquel Forner, Horacio Butler, Luis Falcini, Valentín Tibón de Libian, Augusto Martheau, Oliva Navarro, Mario Canale, Soto Avendano, Alberto Rossi. En “85 años en el arte”, libro publicado por la SAAP en 2010 se consigna: “La aparición de la SAAP responde en una primera instancia a la necesidad de los Artistas Plásticos de tener una voz para elevar contra el academicismo y el pasatismo en los dictámenes de los salones oficiales”. Queda claro, una sociedad que reunía artistas para enfrentar ciertas injusticias del sistema, esas verdades de chamuyo instaladas por los que se autotitularon dueños del arte de los argentinos. Ayer y hoy: la resistencia como presencia necesaria: no es posible que la valía artística la disponga el mercado. El actual presidente de la SAAP, Pedro Gaeta, recuerda: “Decidí asociarme a la SAAP a los pocos días de haberse inaugurado mi primera muestra individual, que tuvo lugar en 1957 en la Galería H, ubicada en la de calle Paraguay al 800. Allí conocí a figuras como Spilimbergo, Castagnino, Urruchúa y Policastro, entre muchas otras; la entidad era entonces un lugar de convocatoria y encuentro, no sólo de los artistas plásticos, sino de frecuentadores de distintas disciplinas del arte y de la cultura, y fue así como me hice muy amigo de los titiriteros Javier Villafañe y César López Ocón”. Una manera de caminar la vida: desde lo individual a lo colectivo, desde el necesario trabajo en soledad a la práctica de la amistad entre los hacedores de estos oficios.
La SAAP tiene casa propia desde julio de 1974: Viamonte 458, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Leopoldo Presas fue el presidente que inició la epopeya: durante su mandato pidió obras a los asociados para ser subastadas. La compra se concretó bajo la presidencia de Ignacio Colombres, Pedro Gaeta era el vice. Se subastó obra de Berni, Pettoruti, Spilimbergo, Soldi. Se recibió apoyo a través de presentaciones en el Luna Park de amigos de la Sociedad: Mercedes Sosa, Osvaldo Pugliese, Horacio Guarany, Nacha Guevara y Alberto Favero, César Isella.
Pinceles con historia
Hoy la sala principal de la SAAP lleva el nombre de Leopoldo Presas. Y en esa sala, el día citado, se inauguró la muestra “Pinceles con historia. Pincel, mano, materia y herramienta”. Toda muestra lleva un tiempo de preparación. El pintor trabaja cada cuadro, cada pieza en su ajedrez imaginario. Pero en esta exposición hay otras presencias, su sustancia proviene de distintas vertientes: el proceso interno de cada plástico interviniente, los detalles de organización: salón, luces, catálogo, y junto a ello agrego el sueño hecho realidad de un trabajador de la memoria, el artista plástico Rolando Lois, mi padre, mi viejo. El tiempo de macerado de esta exposición fue de unos 50 años, gran parte de la vida de Rolando, aquel pibe nacido en 1930, el eterno habitante de su barrio: Boedo.
Durante este lapso, Rolando pidió y conservó pinceles de pintores admirados. Comenzó por el de esos amigos en los que además de la amistad valoraba su arte. Después amplió el paisaje, porque en su pensamiento empezó a jugar la idea de armar una especie de museo del pincel. Pidió entonces pinceles a pintores que respetaba y que tenían un mínimo de 30 años de trayectoria.
Hay en la vida de los plásticos dos presencias fundamentales: el pincel y la paleta: las estrellas de una constelación que simboliza una historia de amor y trabajo, el maravilloso trabajo, el verdadero puente hacia la magia del arte. En mi memoria, desde el pibe que fui en Martín Coronado, veo el ramo de pinceles y la paleta sobre la mesita, a un lado del caballete. El pincel y la paleta, herramientas dentro de la herramienta del oficio. Tal vez mi padre no sepa que ver esta disposición en su taller, me llevó a valorar, a querer, las herramientas de mi herramienta. A él le debo el basamento de mi escritura y la maravilla de la memoria.
En el tránsito de esta idea descubro en mi padre una huella que me llena de orgullo. En estos tiempos confusos de tanta miseria globalizada, en tiempos donde en el mundo del arte tanto se nota la presencia de pavos reales y dioses efímeros, donde muchos olvidan verdades fundamentales para una mejor vida de relación entre los hombres, mi padre llevó adelante una labor de amor hacia la obra del otro: mi viejo lejos del egoísmo, y tan cercano a la solidaridad. Porque no hay que olvidar, que muy bien por los artistas reconocidos y con obra notable, pero muchos han quedado a la sombra, olvidados. Lo dijo en las palabras de presentación de la muestra, el secretario general de SAAP, Daniel Chiaravalle: “Muchos han dado su vida al arte, y han recibido un pago injusto”.
Desde la izquierda: Yaco Nowens, Carlos Tessarolo, Rolando Lois, Pedro Gaeta y Alejandra Zucconi.
En la vitrina que guarda la colección de pinceles, una exposición permanente, hay dispuesta una historia de la pintura argentina. Otra historia. Otra voz. Por ideales, la SAAP es el lugar indicado para su exhibición y resguardo. Pinceles de hombres artistas como César López Claro, Raúl Lozza, Enrique Policastro, Leopoldo Presas, Francisco Reyes, Lino E. Spilimbergo, Demetrio Urruchúa, Vito Campanella, Juan José Cartasso, Eolo Pons, Tomás Ditaranto, Héctor Tessarolo, Carlos Cañás, Néstor Berllés, Rodolfo Medina. Todos, con más o menos reconocimiento, todos hermanados en el arte.
La muestra de pinceles es una reafirmación del trabajo, en esta sociedad de la velocidad muchas veces el aprendizaje de las artes viene contaminado con la “ansiedad de llegar”: y nadie llega a ningún lado si antes no llega hasta su propia esencia. El tema central es el arte sincero, y no la cáscara, el cartón pintado del eterno recién llegado. El arte pide a cambio la vida, una vida de trabajo y compromiso.
La figura es el pincel, pero además rodea la vitrina, hasta el 30 de abril, una exposición de unas 60 obras de artistas que ocupan un sitio en la colección.
“Pinceles con historia” es además un compromiso con la memoria, con el oficio, con los amigos que ya no están. Es un reconocimiento a un puñado de hombres que tuvo la valentía de encarar el abordaje del arte, a conciencia, tratando de ser fieles a su real sentir.
Obra expuesta de Derlis Maddonni
En la SAAP los buenos fantasmas de muchos pintores volvieron a compartir herramienta y obra entre pares. Barridas las fronteras con el más allá, es que tanto puede el arte, los vivos y los muertos volvieron a compartir sala. Regresaron nombres e historias, anécdotas, en un encuentro emotivo.
Obra expuesta de Cachete González
En la vitrina que guarda la colección de pinceles que mi padre cedió a la SAAP tienen su lugar dos amigos gualeyos: Roberto “Cachete” González y Derlis Maddonni. Los dos relacionados con la Sociedad. Entre surcos llegaron hasta la casa de la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos, porque ellos también sufrieron injusticias, abusos, silencios. Dos artistas notables de esta ciudad de Gualeguay dicen presente con pincel y obra en la ciudad de Buenos Aires. Son parte de esta memoria, de esta historia del arte argentino con la que tanto tiene que ver Rolando Lois, mi padre, mi viejo.


Información para gualeyos en tránsito: Viamonte 458, horario: lunes a viernes de 13 a 19 hs. Sábados: 10 a 16 hs. Los recibirán: Daniel Chiaravalle (secretario general), Alejandra Zucconi (tesorera) y Heidy.

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