domingo, 9 de julio de 2017

Marcelo Vázquez en Gualeguay

Desde el año pasado Gualeguay tiene su Premio Municipal de Artes Plásticas. Dicho premio fue en su origen: regional, pero en 2017 pasó a ser provincial. Hace unos días se conocieron los ganadores de este Premio, en sección Dibujo. Los jurados fueron: el arquitecto José Luis Saffer, Director del Museo Provincial de Arte y Grabado “Artemio Alisio”, de Concepción del Uruguay; el artista plástico y Director de Cultura del Municipio: Néstor Medrano, y también de Gualeguay: la Secretaria de Turismo, Cultura y Deportes: Miguelina Pitón. Entre las paredes del Museo Quirós se determinaron los ganadores: 1º premio: “Homenaje a Cachete G1” (técnica mixta), obra de Marcelo José Vázquez (Concordia); 2° premio: “El cielo que nos toca 1” (técnica: lápiz-color-tinta), obra de Ana María Garello (Paraná); 3° premio: “El Cardenal” (técnica mixta), obra de Alberto Bonus (Gualeguaychú). Menciones: “El Parquero” de Macarena Cabrera Frizzo (Gualeguay); “Mujer mirando la luna” de Evangelina Pérez (Gualeguay); “Sin título” de Nicolás Benítez (Gualeguay); “Volver a Gualeguay I y II” (conjunto de obras) de Ángel Mallarino (Gualeguay); “Expresiones” de Martín Lucero (Gualeguay).
Marcelo Vázquez (2016)
Volveré entonces a encontrarme con Marcelo Vázquez, escritor y artista plástico, que acaba de ganar el primer premio del concurso organizado en la ciudad/río. Conocí a Vázquez en el Museo Quirós, cuando -junto al también escritor, poeta, plástico: Luis Alberto Salvarezza (que presentaba su libro sobre Derlis Maddonni)- llegó a Gualeguay para presentar su libro “Tres dibujantes entrerrianos” (2012), donde ensaya sobre los plásticos Roberto “Cachete” González, Julio Alfredo “Freddy” Martínez Howard y Nicolás Passarella.
Aquella vez, en 2014, la entrevista estuvo referida a su trabajo como investigador y escritor, hoy hago centro en su quehacer como plástico. Vázquez cuenta su inicio: “Mi formación en la parte artística en cierta medida fue y es autodidacta, al menos de manera indirecta. Si bien por mi profesión de arquitecto tuve que pasar por diversas materias teóricas y prácticas que se vinculan con la transmisión de ideas mediante recursos plásticos y compositivos, creo que el ejercicio práctico, casi constante, de dibujar, la lectura, el sentido de la observación de todo lo que nos rodea (la realidad), y el intercambio con personas de cierta sensibilidad, para mi caso, reitero, es lo que fue y va fraguando mi propia experiencia. En lo personal, este cúmulo de cosas, más la necesidad de expresarme, de ‘decir algo’, de formalizar una idea, es lo que motiva mi evolución”. 
 ¿Hubo en Marcelo Vázquez un llamado determinante para iniciar su trabajo plástico?: “Quizá no hay un hecho puntual, dado que desde muy chico me interesó imaginar algo y básicamente dibujar esas creaciones, representar y comunicar lo supuesto, con mayor o menor acierto. Y eso se fue afianzando con el tiempo, nada especial, una instancia que sucede a muchos. Después alguien se interesa y te alienta (docentes en mi caso), porque creen que poseés ciertas condiciones. La representación también se va independizando en sí misma. Luego aparece un premio en un concurso, te invitan a exponer y de esa manera vas creciendo. Ese, más o menos, es mi camino, que no finaliza, porque siempre estoy pensando, dibujando y participando; y este modo de andar también es una forma de opinar e intercambiar, porque constantemente la imagen cambia, posee un contenido sobre algo que vos deseas comunicar o llevas adentro, y también, a veces, es una expresión que surge, en parte, desde lo inconsciente. Luego, cuando lo producido llega a un receptor y le provoca una sensación especial, con seguridad inexplicable, allí quizás se conforma uno de los vínculos o fines particulares que genera el arte”.
Vázquez es arquitecto, escritor, plástico, su silenciosa y sincera manera de llevar los oficios, su río: “No quisiera ‘montarme’ rigurosamente y en absoluto en todas estas disciplinas que mencionás, si bien es cierto que son prácticas que uno desarrolla con determinada frecuencia. Son quehaceres que trato de llevar como ‘formas de hacer o expresarme’, y que los voy ejerciendo con naturalidad (sin rótulos de profesión preestablecidos), tal vez por la necesidad de compartir con los demás ciertos sentimientos, información, conocimientos, o definir algunas ideas. Fijate que en la antigüedad una persona ‘preparada’ poseía varios saberes disciplinares a la vez; al mismo tiempo esto tenía un sentido ético, porque aquello de ‘Bien, Belleza y Verdad’ era indivisible, una especie de ‘imperativo categórico’. Hoy vivimos en una época de ‘expertos’ y ‘especialistas’ con saberes individualizados por disciplinas, con valores relativos, diferentes o divididos. Digo porque, en ese sentido, hay gente que toma la cuestión de manera peyorativa. Piensan que si alguien desempeña una actividad no puede ejercer otra. No obstante, salvando las distancias, me conformo pensando que desde Leonardo, que fue pintor, arquitecto, anatomista, inventor, etc., pasando por Le Corbusier (arquitecto, urbanista, pintor, escultor y hombre de letras), etc., en muchos casos y en todos los tiempos y lugares se ha dado este tipo de ‘convivencia de oficios’ que vos planteas. Sin ir más lejos, nuestro Juanele Ortiz fue además un sensible dibujante que plasmó en varios trabajos su doble vocación de poeta y plástico. Don Linares Cardozo al mismo tiempo de educador, cantautor y poeta, fue un pintor marcadamente influido por nuestro ambiente. Y también desde estos lares gualeyos viene a mi recuerdo el caso de Derlis Maddonni que a la vez de ser un notable dibujante, paralelamente escribía prosas, aforismos, con gran maestría, entre otras actividades. Los ejemplos podrían seguir, pero lo que vale recalcar es que muchas personas no se cierran en una sola vocación para proyectarse en otras direcciones del conocimiento y la creación, eso es lo apreciable. Y en la actualidad hay muchos entrerrianos que poseen esa condición al servicio de resaltar valores, defender nuestra tierra, su historia e identidad, su gente,  y este punto, sí, es el que me interesa trabajar desde distintos ámbitos”.
Autorretrato con cuervo.
Marcelo se enteró del Concurso en Gualeguay: “El hecho de participar resultó no sólo un desafío, casi sin exagerar, un compromiso. Yo había estudiado, relevado y sigo observando mucho, muchísimo te diría, toda la obra de Cachete, que siempre me resultó muy atrayente como personaje entrerriano, y naturalmente desde lo plástico. Parte de ese trabajo me sirvió para comparar su labor con la de otros artistas como Julio Martínez Howard y Nicolás Passarella, y que dio origen al libro ‘Tres Dibujantes Entrerrianos’. Así, desde los primeros esbozos, fui pensando que la idea del dibujo a presentar tenía que recordar y homenajear a Cachete de una manera especial, no a partir de algo demasiado evidente o textual, sino desde una alusión más o menos alegórica”.
Obra premiada: Homenaje a Cachete G1.
Toda obra guarda un relato, un cúmulo de pistas, señales, y no todas provienen de mundos lógicos o reconocidos; entonces pregunto por el relato, la historia de la que procede la obra premiada: “Homenaje a Cachete G1”: “Esto de ninguna manera sería una explicación de la imagen, instancia que cada uno debe interpretar a su manera, pero siguiendo tu propuesta, se podría imaginar que: ‘En Gualeguay un mago y un payaso, junto a otras personas de la ciudad, todos admiradores e identificados con la obra de Cachete, deciden recordarlo particularmente. Para ello observan con atención su obra, se detienen en los dibujos del ‘Martín Fierro’, y fascinados por los innumerables caballos que lo pueblan, deciden que uno de estos animales bien podría ser parte de esa evocación. Alguien también aportó que la escritora Olga G. de Massoni recordaba que Roberto González, de chico, sentía pasión por los caballos de calesitas, de allí su predilección posterior por figurarlos. Así, ya decididos a construir la representación del equino como homenaje, resuelven mostrar un modelo pequeño para juntar fondos y lograr su posterior construcción a escala real, pensando plasmarlo en medio de un gran parque donde muchos gurises concurren a jugar. El dibujo se detiene y captura, a la manera de una instantánea, el momento exacto en que los organizadores del mundo circense se muestran satisfechos y orgullosos con la obra que van a realizar’”.
La presencia de Cachete como inspiración: “Sin dudas la particular vida de Cachete, como toda su obra, un trabajo innumerable que no termina nunca, porque sigue y sigue apareciendo, pareciera que ‘fantasmalmente’ como bien vos lo expresás en varias notas del ‘Churrasquero’: todo esto es un motivo para pensar, motivarse y trabajar. Como dato anecdótico te cuento que no me fue fácil conseguir el clima que buscaba para el dibujo; hicieron falta muchísimos bocetos previos hasta dar con la idea, para luego detenerse en el punto justo, ni una línea más, ningún otro detalle, porque la obra se te cae o pierde. Me sucedió muchas veces. Afortunadamente parece que en esta ocasión lo logré”.
Marcelo Vázquez, trabajador de la cultura, se toma un momento, en estos tiempos veloces y poco solidarios, para agradecer: “Estimo muchísimo y agradezco a la Municipalidad de Gualeguay, a la gente de Cultura, que emprenda experiencias como ésta en la que he participado. Darle valor a lo regional y provincial en espacios así, que fomentan la creación artística entrerriana, son fundamentales para poder encontrarnos, reconocernos, valorar a los nuestros, en este caso a Cachete; supe que antes fue otro grande: el celebrado: Antonio Castro. Todo indica que se está en la senda correcta. Pues, si no empezamos a vernos desde acá, nadie va a venir a hacerlo desde afuera”.

Marcelo Vázquez me contó sobre su quehacer artístico desde Concordia, espero mañana viernes, en la inauguración en el Museo Quirós, estrechar su mano de pintar, y comunicarme con su comunidad de almas, porque varias son sus felices sintonías. Será un buen momento para saludar la convocatoria del premio y a los premiados con una copa de vino tinto.

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