domingo, 31 de enero de 2016

Jorge Surraco: memoria I

La muerte de Jorge Surraco descolocó mi paisaje gualeyo. En un instante me ganó la tristeza. El día no volvió a ser el mismo. En medio del sentimiento amanecido, aparecía una pregunta, una consulta interna. A esta altura de los días sé muy bien que la vida tiene límite. Sé que los amigos se pueden ir a vivir a otro barrio. Uno mismo tiene su lugar en una esquina del futuro. Entonces sentía (porque no era un cuestionamiento solo desde la razón, lo intelectual) en mi interior una pregunta nacida de una señal objetiva: Jorge Surraco no era mi amigo, nunca nos vimos personalmente. Nos escribimos a lo largo de poco menos de un año, y sin embargo, ahí estaba Edgardo, al que conozco bastante bien, triste, con una pena en el alma, y debiendo una respuesta al último correo de Jorge.
Al principio no podía creer la noticia. Volví a leer la información dos veces mientras escribía unas líneas que publiqué en las redes sociales ese mismo día. Había muerto. ¿Quién había muerto?, un hombre generoso, como generoso puede ser un buen tipo, y es esta la máxima distinción a la que se puede aspirar en esta vida. El resto es barullo. Jorge Surraco era generoso, alcancé a saberlo a través de sus correos. Y todavía más: era generoso en el terreno de la cultura, donde lamentablemente este proceder no cotiza ni se practica como debería, o como bien podría esperarse de personas que transitan ciertas alturas del pensamiento. En todo momento, Jorge, compartió conmigo su información, su saber, su pasión. Estuvo siempre atento a mis preguntas. En esto pensaba, y entonces me dije que en estas cuestiones estaba la razón primera para mi tristeza. Supe que escribiría una nota sobre Jorge, quería hacer uso de la memoria, una de sus pasiones, una de las mías, y para eso me dispuse a revisar sus correos. Quise volver a sus palabras, y fue ahí donde obtuve la respuesta completa a la pregunta aparecida. De manera simple y natural habíamos establecido un diálogo amigable; y de alguna manera yo le había realizado la entrevista que pensaba hacerle en un futuro al que nunca arribaríamos. Nos quedamos sin futuro, el destino quiso entonces que la entrevista fuera en nuestro pasado, y que permaneciera en la sombra hasta este momento. La palabra tranquila de Jorge fundó un sentimiento profundo de contacto entre personas amigas de la memoria, amigas de esas preguntas que no importan a muchos. Hubo en nuestro intercambio la fuerza suficiente para que se fundara mi tristeza cuando supe que, en apariencia, no volvería a hablar con él.
Jorge Surraco
En uno de los primeros correos (18/02/2015) me decía: “Edgardo: un gran gusto poder comunicarme con vos. Gracias por espiar mi ‘Botica’ (uno de sus blogs: La Botica del Diablo). Por mi parte husmeo todos los domingos las ‘Anécdotas de Churrasquero’, son muy interesantes y me traen recuerdos y personas, la mayoría que conozco y aprecio.
Vos habitás tu nueva ciudad que es mi vieja ciudad, que me vio nacer y crecer ‘… y qué ingrato abandoné…’ pero a la que vuelvo periódicamente y con la que cotidianamente trato de convivir reflejándola en mis películas, mis blogs y en las páginas que escribo o edito.
Desde hace quince años vivo pegadito al que me parece es tu barrio y ahora también el mío: Boedo, donde creo haberte visto quizá en algún acto o por lo menos leído en uno de los periódicos barriales, creo que ‘Desde Boedo’, si mal no recuerdo”. Qué trueque geográfico: él en mi Boedo, yo en su Gualeguay.
Le pregunté por el Maestro Epele, cuando nada sabía de él, me dijo: “La llegada de Roberto Epele a Dios por medio de la razón y la especulación matemática, lo cuenta en el documental que hice, aunque no muy claramente porque es un recuerdo, el Dr. Alberto Lescá. No pudimos aclarar o comprender cuál fue el método que usó, aunque me parece que otros filósofos católicos han incursionado en algo parecido. Mucho del tema no conozco, porque soy agnóstico y no abordo temas de fe, aunque la vida o el misticismo de Epele me apasionaron y me llevaron a encarar ese documental, sin haberlo conocido personalmente.
A Epele, de acuerdo a los testimonios que recogí, ni siquiera se le hubiera ocurrido ordenarse sacerdote. Era un místico excepcional que estaba más allá de lo administrativo terrenal sacerdotal. Más aún, tuvo serios conflictos con el clero, especialmente con Peralta, quien era el cura párroco de San Antonio en la época que Roberto fue director del Hogar Escuela San Juan Bosco.
Si te interesa conocer más de Epele y tenés algo de tiempo, te invito a ver ‘Conociendo al Maestro Epele’”. Se despedía aquella vez prometiéndome sus documentales cuando nos viéramos personalmente.
En el correo del 19/02/2015 responde sobre su historia profesional: “Te cuento que siempre he hecho documentales, desde muy joven. Junto con la enseñanza universitaria, ha sido mi medio de vida básico, aunque también, para arrimar un mango más a la mesa familiar he hecho periodismo en revistas técnico-artísticas de fotografía y cine, además de trabajar como fotógrafo documental e industrial, aunque las dos primeras actividades (la realización documental y la enseñanza), ambas, puedo decir que constituyen mi vocación o mi razón de ser profesional. Circunstancialmente he realizado también ficción, fuera del circuito comercial.
Con respecto al segundo mensaje, me parece bárbaro lo que hacés con las ‘Anécdotas de Churrasquero’. No sabía que Gandini (Gustavo) era tu informante. Gustavo es un tipo sensacional. Hay que empujarlo para que arranque y luego no para. Lo aprecio muchísimo, más allá de que sea mi primo (su madre era hermana de mi padre). En realidad hemos superado la razón del parentesco para convertirnos en grandes amigos en los últimos años”.
Jorge había sumado un poroto más en el truco de la vida: “Tengo una nueva actividad de narrador oral (prefiero el mote de cuentacuentos) que me apasiona y me insume mucho tiempo en la selección de los cuentos, su adaptación o transcripción a la oralidad, para luego llevarlos a bares, teatro/bares, centros culturales, escuelas y a donde me quieran escuchar. Una especie de juglar que además me divierte muchísimo cuando siento que la gente se engancha”.
En el correo del 14/03/2015 Jorge se explayaba sobre algunas de sus ideas, su ubicación frente a ciertas cuestiones. Palabras que lo muestran como hombre pensante, interesado por el paisaje y sus criaturas: “En cuanto a tu pregunta sobre los fantasmas queda en parte contestada en el párrafo anterior. No creo en fantasmas en el sentido tradicional, pero sí en energías que no sé si están en universos paralelos o se cruzan cotidianamente con nosotros en este plano. Nuestros sueños, nuestros recuerdos, se dice que son también energía y creo (aunque lo he comprobado), existen personas con energía negativa y por suerte la mayoría con positiva, y también algunos que inconscientemente son chupadores de energía. Son aquellos que después de estar un rato con ellos, uno queda muy, muy  cansado sin haber realizado ningún esfuerzo y sintiéndose perfectamente bien antes del encuentro.
Pienso por ejemplo: que si una persona por x razones ha estado manipulando por muchos años una herramienta u objeto, no es de loco pensar que ese objeto queda cargado de la energía de su usuario o dueño, y que después de muerto, esa energía queda en ese objeto. Borges tiene algunos cuentos donde este tema aparece dentro de la trama.
Mi adhesión a la filosofía Taoísta (no a la religión) como al pensamiento trascendental de los pueblos Guaraníticos y de otros pueblos originarios, me hace sentir y comprender que soy (que somos) una partícula de la naturaleza, con el mismo valor de una hierba, un puñado de tierra o una gota de agua (quizá esta última sea mucho más importante).
Me parece que la concepción del hombre y de la creación del universo que tienen las tres religiones monoteístas, ha originado un sistema filosófico/religioso que ha derivado en la emergencia ecológica actual. La idea de que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios; que es el elegido entre todos los seres vivientes y en definitiva, el rey de la creación, lleva a éste a hacer con el planeta lo que se le plazca. Los pueblos originarios que se sienten parte de la naturaleza, tienen en sus religiones y en su vida práctica, un profundo respeto por la vida del planeta”.
Jorge Surraco me hizo llegar a través de un amigo mío cinco documentales de su autoría: “Conociendo al Maestro Epele” (2007/2009), “Vestigios de Ernesto Silva” (2008), “La galleta nuestra de cada día” (2010), “Diario de un viaje al País de Las Lechiguanas” (2011), “Senderos de juncos bravíos” (2011). Por mi parte le envié alguno de mis libros. Quedamos en encontrarnos personalmente, en Boedo o en Gualeguay, pero la Parca no nos dejó. Debido a ello es que volví a hablar con Jorge, y voy a continuar en la próxima nota, porque Jorge, además, se acomodó en las páginas de la novela que escribo. Dos de sus memorias alrededor de los negocios que tuvo su padre, más el recuerdo de Catón: imágenes que transformó, alguna de las suertes que guarda el destino más el pulso de este escriba, en tinta, letra de molde dentro de un manuscrito: relato que guardará, mañana, un libro. Más historias en la memoria de esta ciudad.

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