domingo, 21 de febrero de 2016

La mirada de Jorge Lupo

En la biblioteca Mastronardi hay fantasmas. Los intuí en mi primera visita. Fantasmas y tiempo, memoria. Sucedió luego que el azaroso vaivén de los días me llevó hasta una fotografía de Jorge Lupo: una mirada sobre la sala principal de la biblioteca. La luz de dos tubos fluorescentes sirve para dejar casi todo a la vista. Imagino que cuando Lupo fundó su click de descubrimiento, los fantasmas de los otrora asesores para la compra de libros: los poetas Juan L. Ortiz y Carlos Mastronardi (ellos, poco queridos por muchos gualeyos vigilantes de las “buenas” lecturas y costumbres), respetuosamente se colocaron en el fuera de cuadro, donde los presiento cada vez que miro la foto. Asesores silenciosos -aun cuando fueron obligados a dejar los cargos- y testigos en el presente del click: ubicados ellos a un lado de quien mira y piensa.
¿Quién es Jorge Lupo?, fue la pregunta. Encontré en el ciberespacio la presencia de la obra del artista desconocido. Sus fotos me llevaron hasta su palabra. Lupo es de 1946. Vive en el oeste de la provincia de Buenos Aires: San Antonio de Padua. Es viajero practicante, y rinde culto a la amistad, placeres que lo trajeron hasta Gualeguay.
Cementerio de Maimará, Jujuy, 2014.
Su primer viaje: “Mi viejo me regaló una cámara a los 14 años, después un primo lejano tenía un laboratorio blanco y negro, ahí empecé a meter un poco la mano en los líquidos reveladores y demás. La fotografía me atrajo muchísimo. Luego hubo un impasse por la facultad y el laburo. Laburé como docente en el colegio Otto Krause del 68 al 76, ahí me había recibido de técnico mecánico en el 65. Fui ingeniero en el 75. Después trabajé en una empresita relacionada con el mundo de la imprenta. Nunca viví de la fotografía. Retomé en el año 86/87, y no largué hasta ahora. La fotografía es mi viejo y gran amor. Estuve un par de años en el Foto Club Buenos Aires, también hice algunos talleres de expresión, en referencia a la parte teórica y práctica, soy autodidacta, no así con la expresión que es lo más difícil. Hice un taller con Eduardo Gil, con Ataúlfo Pérez Aznar. Soy jubilado y estoy dando clases en la Municipalidad de Ituzaingó, también tengo alumnos particulares”.
Jorge Lupo
¿Recuerda Lupo los pasos iniciales con cámara en mano?: “En ese primer momento uno queda atrapado en la cosa del maquinismo, conocer todos los detalles de la cámara. Después empieza a pensar en que hay que poner todo en marcha para sacarle el jugo. Comencé a sacar. Cuando entrás a ver, la cosa te captura. Yo vivía en San Telmo, nací cerca de ese barrio. Le sacaba fotos a la torre de la Municipalidad, a las garitas de los policías, cuando todavía usaban mangas blancas, años 60. En Belgrano y Piedras había una garita y yo la miraba, siempre con un toque de nostalgia, más cuando llovía. Al ver las imágenes donde vos congelás el tiempo en un click, quedás prendado y enloquecido con lo que es, conceptualmente, la fotografía”.
Cementerio de Gualeguay
Pienso en Roland Barthes y nombro su “click”, el sonido de la muerte; completa Jorge: “Todo queda congelado, es un fenómeno de espacio/tiempo: ‘Esto ha sido’, dijo Barthes. Click y parece que detuviste el tiempo, y de alguna manera lo detuviste”.
Cementerio de Gualeguay
Consulto por su receta para la magia: “Las recetas van cambiando porque uno cambia. No es lo mismo a los 20 que a los 40 o 60. Tiene que ver además con tu estado de ánimo. Uno lee, se puede quedar prendado del momento decisivo de Cartier-Bresson, o de la cosa más reflexiva y con más tiempo de Ansel Adams. Yo soy bastante amplio y no me ciño a algo muy clásico. Puedo trabajar con lo que viene, en principio, y siempre traté de manejar el por qué y el para qué. Levanto la cámara y antes de llevar el visor a los ojos, me digo: por qué voy a sacar esto, qué me plantea. Si encuentro algo muy íntimo, o sea, recontrasubjetivo, puedo disparar. Puedo quedar embelesado por algún paisaje, o por una situación callejera que me interesa porque dice algo social, político. Entonces disparo. Siempre debe importar el resultado final, la foto que está en el papel: si me pega, me golpea; cómo hiciste vos para llegar a la foto no me interesa. Se evalúa la imagen, no el proceso”.
Entre Ríos, 2015.
Arriesgo la idea de que la libertad declarada esté relacionada con el hecho de ser autodidacta: “Puede ser, no sé, soy autodidacta en la parte técnica, pero en la parte expresiva he leído mucho: Barthes, Susan Sontag, Walter Benjamin, Pierre Bourdieu, tipos que se han calentado bastante con el tema de la imagen. Entra una cantidad de cosas en tu cabeza y eso tendrá un determinado resultado, más los talleres que hice, me da esa resultante de no ceñirme a nada. La imagen tiene que transmitir algo, Ansel Adams decía que después de sacar la foto y hacer la copia tenés hecho el 50 %, falta luego el otro 50 que aporta el lector o espectador”.
2015
Jorge Lupo se cuenta y cuenta su obra, hay en sus palabras el aroma propio de la tranquilidad, y otra vez, la libertad: “Tiene que ver con la realidad socio/política/económica, es imposible desligarlo. Puede haber fotógrafos fantásticos, pero si el tipo no es conocido, tiene que hacerse el autobombo, y qué pasa, empieza a hacer cosas que no son de su interior, las hace para el mercado. Pasaba en el Foto Club, laburabas para el jurado y no para vos. Sumale esto a que el mercado del arte está muy prostituido. Esto produce una secuela nefasta sobre la creatividad, tira todo para abajo. Por eso mi fotografía se ocupa sólo de lo que me impacta. El otro día escuchaba algo que dijo el plástico Guillermo Roux, lo primero que le tiene que pasar al artista es hacer algo que, ante todo, le guste a él. Luego, si le gusta o no a los demás es una cuestión de suerte”.
La Forestal, Santa Fe, 2012.
Viendo sus fotos de lugares diversos (isla de Santa Catarina, Brasil (día de Yemanjá), los restos de La Forestal en el norte de Santa Fe, Jujuy) pregunto por los cementerios; en esas fotos adivino un interés especial: “Le doy especial entidad a los cementerios. Tienen gran riqueza, primero son antiguos, y además ‘la piqueta fatal del progreso’, como dice Jaime Roos, le cae a cualquiera, pero en los cementerios es más difícil. Están más a salvo. Es como un reservorio. Por ejemplo el de la isla Martín García, ahora ya lo tocaron, pero yo fui en el 88, y estaba a salvo, una maravilla la tumba del ahogado desconocido, tumbas con cruces que no están a 90°, también las he visto en el cementerio de Azul y en otros… el 50 o 60 % de las tumbas en Martín García son con estas cruces”.  Este tipo de cruces eran utilizadas por los masones, las hay también en el cementerio de La Recoleta: “Sorprende en los cementerios la arquitectura, los tipos se gastaban una fortuna en hacer tumbas o mausoleos Art Decó, esculturas impresionantes en mármol. Fui al cementerio de Gualeguay, me gustó mucho, y creo que hay un ángel caído hecho en mármol. Obras de escultores italianos y de otros países para recordar un muerto. Por estas cosas me atraen. Y hay distintos cementerios. No es lo mismo ver el de Maimará o el de Casira en la puna jujeña que ver los de la gran ciudad. Marcar esas diferencias me resulta muy interesante desde lo histórico”.
Cementerio de la isla Martín García, 1988.
Lupo y la muerte: “No pienso en la muerte, cuando voy por los cementerios no me preocupan los muertos ni pienso en el tiempo que me queda, pienso en la luz del atardecer sobre la arquitectura, el ámbito, las callejuelas me atraen desde lo histórico, como me atraen las casas viejas. Me gusta documentar, algo que hoy está un poco dejado de lado en la fotografía. Tengo fotos de casas en la ría de San Antonio Oeste que pertenecían a funcionarios del ferrocarril, 1905 /10, madera y chapa, eso me resulta muy interesante, y si es así, avanti con los faroles”. Recuerda al fotógrafo Horacio Coppola, gran documentalista, se pregunta: “¿Si él no hubiese sacado la construcción del obelisco cuando Corrientes era angosta?” Y también se pregunta: “Cuánto trabajo documentalista, y del otro, de fotógrafos ignotos, irá a parar a la basura. Me da mucha pena”.
Usina de la toma vieja de agua, Gualeguay.
Intereses del fotógrafo: “Me interesan los fenómenos sociales, los santuarios, el del Gauchito Gil en Corrientes, el de Gilda, más allá de los motivos comerciales de algunos, me interesa el sincretismo, con la religión pasa un poco lo mismo, como la caminata a Luján, está el negocio y la fe”.
Usina de la toma vieja de agua, Gualeguay.
¿La docencia?: “Siempre me gustó, y hará unos 7 años que enseño fotografía y lo disfruto muchísimo. A esta altura del partido creo que debería haber sido docente de movida. No lo tomo como un laburo, me encanta hacerlo”.
Días de niebla, 2015.
Su relación con Gualeguay: “Mario Saldaña, primo hermano del Juana, es amigo, y me contó que el Juana lo había llevado a ver la toma vieja de agua, y que era un lugar impresionante, que lo tenía que conocer. Así que un día Juana nos llevó. Nos dijo que hay mucha gente de Gualeguay que no la conoce. Me pareció fantástica, yo soy ingeniero electromecánico, imagínate, un pan con dulce de leche. Saqué muchas fotos. El predio es grande y está bastante cuidado, y hay un viejo cuidador que es, creo, hijo del original. Después nos hicimos amigos con Nora y el Juana, una comunión muy grande”. Jorge Lupo estuvo también en Victoria y en Concordia.
El Horcón, Chile, 1989.
Este cronista valora especialmente cuando la persona y su obra están en armonía. Cuando se da el caso de la conjunción, los testigos saben de la felicidad, y saben del camino verdadero por donde puede darse el sincero encuentro con el arte.

8 comentarios:

  1. Qué placer leer un artículo donde hay corazón, cabeza y felicidad contándome una historia tan linda.

    Muchas gracias por este artículo y por la difusión de artistas de este calibre.

    Alfredo.

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  2. Excelente articulo!!!!!!! Que grande Jorgito Lupo... sensibles, bellas, y con gran técnica...
    Un verdadero placer.

    Gracias.

    Jorge Juan...

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  3. guuuueena Lupo...te falto una de las grutas..jajaj...abrazo Guiye

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  4. Jorge es un profesional de primera y un docente brillante... Si a eso le agregamos que es una persona cálida y humana como pocas, podemos cantar bingo. Muy buena entrevista!!

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