El
fotógrafo Eduardo Noriega (1942) llega a la ciudad/río de Gualeguay invitado, por
Cultura del Municipio, para exponer su obra. ¿Quién es Noriega?, en datos
seleccionados de su historial de trabajo aparece como: profesor del Curso
básico de fotografía dictado en el Museo de Artes Plásticas Pompeo Boggio
(1997), y en la Biblioteca Popular Hipólito Yrigoyen (1995), instituciones de
Chivilcoy. Se hace mención de algunas de sus exposiciones: “Centro Cultural
Lumiere”, Rosario, Santa Fe (1997); “Nicht Nur Tango, Argentinische Fotografie
1985-1995”, Berlín, Alemania (1996); “La Nueva Mirada III”, Centro Cultural
Recoleta (1990); “Cinco Años de Fotoespacio”, Centro Cultural Recoleta (1990); “Fotografía
Argentina Contemporánea 1960-1980”, Casa de las Américas, La Habana, Cuba
(1989); “Fotografía Argentina de los 80”, VI Semana de la Fotografía del
Brasil, Casa dos Contos, Ouro Preto, Brasil (1987). Sus fotografías aparecen en
diversas publicaciones, entre ellas: revista “Matices Zeitschrift zu
Lateinamerika Nº 19”, Berlín, Alemania (1998); periódico “Die Tageszeitung”,
Berlín, Alemania (junio 1996).
Eduardo Noriega |
Mi
relación con Eduardo Noriega viene desde lejanos cafés y esquinas de Buenos
Aires, ¿cuánto tiempo transcurrido?, se pierde el rastro. Haber estado a lo
largo de los años a su lado me permitió conocer su trabajo y pensamiento, su
manera de hacer, de mirar, ante todo, su ciudad.
En
ese pasado compartido tuve la oportunidad de realizarle una entrevista que a
continuación ofrezco para que conozcan al artista que inaugura su muestra en el
Museo Quirós de esta ciudad/río, el viernes 28 de julio.
(…)
Pregunta o consulta obligada: La fotografía, ¿qué pensás de la susodicha dama?
Eduardo encendió un nuevo cigarrillo, se puso todavía más serio (Noriega es un
tipo serio) y contestó: “La fotografía puede ser un medio de expresión
artística o no, como tantos otros asuntos, podés hacer fotos para publicidad,
sacarle la foto al bebé, podés hacer fotos de las vacaciones, y si te parece
podés tratar de hacer fotos como medio de expresión, ser algo así como un tipo,
un pintor, que pinta paredes y cuadros. La obra de arte me parece un poco
inasible, ¿qué es una obra de arte?, pensá que la obra se completa con el
espectador, y es más ¿cuándo es una obra de arte?, se la reconoce a través del
tiempo, pero la cuestión de siempre es hasta dónde llega el espectador al
contemplarla. Creo cada vez menos en la inteligencia, y sí en los sentimientos
y en los sentidos, valores naturales que tiran muchas barreras abajo,
principalmente intelectuales; intento hacer fotografía en ese sentido, no me
gusta pensar cuando hago la foto, no me gusta trabajar sobre ensayos, me gusta
que la imagen me sorprenda y me produzca algo, eso en principio, si es así vale
la pena hacer la foto, después se verá si es buena o no, luego debe pasar por
mi tamiz, decido si la muestro o no, porque le debo respeto al público. La
Fotografía es una conexión entre el público y el fotógrafo, y es una relación
que debe cuidarse”.
Ante
la consulta sobre el estado de salud de la fotografía en este tiempo de
velocidades, Noriega contestó con varios clicks rápidos: “La fotografía ha
evolucionado mucho técnicamente, pero no sé hasta qué punto ha evolucionado
desde lo estético; para tratar de acercarse al arte, nada mejor que ser lo más
auténtico posible, si hay autenticidad uno se puede conectar con su tiempo,
ahora que si se sigue alguna moda, la cosa es distinta; hoy se estila bastante,
es el camino fácil, pero el desafío está en romper con el paisaje bonito, el
desafío es fotografiar y no caer en la obviedad de los paisajes, romper con lo
previsible y agregarle algo, tu mirada. La máquina es la herramienta, las modas
desaparecen, y los fotógrafos que sí hacen historia son los que tienen
personalidad, los que son únicos: los que son ellos mismos. A mí nunca me
interesó la tendencia, no me gusta que me digan lo que tengo que hacer, hago
fotos de lo que considero mío, la fotografía es una especie de proyección,
salgo y me llevo la imagen que me atrae, después decido qué hago con ella,
después veo si tengo la posibilidad de llegar con ella a los demás. La
fotografía es tan objetiva que es una complicación, y lo que hay que sortear es
esa objetividad para ponerle subjetividad, hay recursos: enfoques, encuadres,
etc., o sea una parte técnica y nuestro interior. Fotografío para mí, prueba y
error permanente buscando que la imagen me represente. La fotografía es una
especie de certificado de la realidad, como dice Roland Barthes: ‘Esto ha sido’,
no admito intervención en la esencia de la foto, la foto es certificación y
memoria, el click es principio y final; Barthes dice que el click es el sonido
de la muerte, es lo que fue y que ya no podrá ser”.
Segundo
café cuando el fotógrafo de Boedo nombró al maestro: “Es una necesidad sacar
fotografías, empecé a los catorce años, hice muchas fotografías tontas tratando
de hacer lindos registros, hasta que después decidí perfeccionar la técnica,
fue así como hice un curso con quien fue mi maestro: Eduardo Gil, que me llevó
a entender que la fotografía podía ir muchísimo más lejos del registro bonito,
correcto. A partir de ahí inicié mi trabajo de búsqueda, que es ante todo
interno. Nadie puede fotografiar más allá de lo que tiene adentro; podés
aprender a perfeccionarte, pero siempre para mostrar el contenido de quien
fotografía”.
Eduardo
Noriega declara que para él la duda es la base de todo: “En el trabajo es
indispensable”. No cree en absolutos, adhiere a la sintonía de lo relativo: “Siempre
hay que ver desde dónde se mira, desde dónde se piensa, hay que tener en cuenta
el entorno antes de poner el título”.
Pienso
la obra de Noriega como la de un fotógrafo urbano, se lo digo, y la respuesta
se graba en el Cao, en la esquina de Matheu e Independencia: “Sí, me lo han
dicho, pero en mí no hay una intención, sí, hay muchas fotos de ciudad, pero no
sé si hay un interés en la gente, hay un interés en la imagen, no es que la
gente no me interese, pero primero es la imagen, puede haber gente o no, busco
imágenes que retraten mi universo, aquello que me moviliza, pero la estética es
la primera invitada”. A continuación el pescador frente a su laguna: “Muchas
veces sucede que primero busco un escenario, me puedo pasar una semana
esperando a que suceda algo en el escenario elegido, saco muchas fotos y
encuentro cosas, me gusta trabajar con el escenario, sí, es una especie de
trampera, en realidad somos pescadores con caña y cordeles; también crucé
Corrientes a la carrera porque en un segundo se me ocurrió una foto que podía
suceder en el instante siguiente, corrí y disparé, es otra manera, y ahí el
azar es fundamental, bueno, siempre lo es en fotografía, porque podés esperar y
calcular todo lo que quieras, aprestar tus herramientas, tomar la decisión,
pero el azar puede colocar lo suyo, el azar te puede ocultar o puede incorporar
elementos. Por eso está la repetición, hay que tener mucha soberbia para hacer
un solo disparo y guardar la cámara, se intenta la corrección en los disparos
sucesivos, una manera de buscar la victoria”.
Una
declaración de principios: “En fotografía todo es válido mientras no se altere
el registro de la realidad, es mi manera de entender, de sentir la fotografía;
cada uno debe establecer sus límites, su filosofía; para mí el click debe
encerrar una muestra de la realidad, lo que está ahí existió, y esto más allá
de la interpretación que después le quieras dar”.
Dijo
Noriega: “Mi pasión es la fotografía, siempre viví en ella, siempre me sentí
fotógrafo por más que muchas veces las otras cuestiones de la vida me hayan
podido correr de mi foco”. Con respecto a enseñar fotografía (alguna vez fui su
alumno: en un curso que dio en la trastienda del café Margot de Boedo): “La
docencia me gusta, creo que puedo transmitir la pasión, no soy un técnico, no
soy un filósofo, pero tengo algo para contar, me gusta el misterio de la
fotografía, los secretos del laboratorio”.
En
el 2002 se dio nuestro primer encuentro de oficios. Utilicé una fotografía de
Eduardo en la tapa de mi novela: “Vampiros en la mitología de la tristeza o Del
exilio dentro de la misma casa (tango novelado)”. Con el paso de los años
decidimos aumentar la apuesta, y entonces fue el momento del libro: “Guía de
Buenos Aires (una ficción)” que está construido a partir de 54 fotos de Noriega
y otros tantos textos cortos de mi autoría. El resultado de aquella jugada fue
un libro de factura impecable, uno de esos momentos que uno guarda en la
memoria bajo el título de: La felicidad.
De
esta manera presento al fotógrafo Eduardo Noriega en esta tierra gualeya. A la
ciudad/río llega un trabajador de la cultura que dedicó la vida a entender y
transitar su oficio, su identidad. Una labor, como todas las que intentan
robarle un beso a la damisela del arte, que lleva, exige, la vida entera, cada
grano de arena con el que se forma cada día.
Eduardo
Noriega afirma: “Trato de usar el tiempo, porque lo único que tenemos es tiempo”.
Inaugura
el 28 de julio en el Museo Quirós, 20.30 hs.
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