Luego
de escuchar a Alberto “Pocha” Badaracco (1928), se puede estar seguro de que en
el principio de la historia del club Barrio Norte, fundado el 16 de agosto de 1950,
no fue el verbo, sino el maizal, el ingrediente básico del caldo primigenio
donde se cocinara, a fuego esforzado y lento, la fundación de un nuevo templo donde,
ante todo, pudiera rodar la pelota de fútbol.
En
la mañana de un sábado gris el actual vicepresidente de BN: Fabricio Castañeda
(1974), además destacado trabajador de la cultura en la ciudad/río de
Gualeguay, me acompañó hasta la casa de un miembro histórico del club: Pocha
Badaracco. Castañeda acompaña a Fabián Pretto, presidente, desde 2013. El viaje
en el tiempo no se hizo esperar; cuando se agregó el mate ya andábamos a
finales de la década del ‘40.
Alberto "Pocha" Badaracco y Fabricio Castañeda |
Pocha
armaba los recuerdos. Yo pensaba en la exigencia emotiva que podía significarle
el regreso, pero en todo momento estuvo presente la tranquilidad, como si en
él, recordar fuera la acción más natural del mundo.
Antes
de que Pocha se ocupara del lugar donde creció BN, dio un par de datos que fueron
abriendo las puertas de la historia: “Antes de llegar al lugar definitivo, el
señor Ramón Caffarena, un hombre serio, no muy sociable, prestó parte de su
tierra para hacer la cancha de fútbol. Y antes de eso Barrio Norte, su nombre,
tuvo presencia atrás del hipódromo, donde hubo una cancha”.
El
adn definitivo de BN: “El terreno lo donó el primer intendente peronista, el
Dr. Juan José Rojas. Freyre lo puso en regla y lo dio por 20 años, después
quedó. En el lugar donde creció el club había un maizal; nosotros, los
muchachos, lo limpiamos. El terreno llegaba hasta la avenida, pero después se
devolvió parte y se loteó. El barrio lo hicieron los políticos. Entre nosotros
estaba Germán González, uno de los pioneros, Pablo Denardy, que trabajó mucho. Todos
trabajamos una barbaridad. Fue por el 48. Entre un grupo de muchachos nació la
pretensión de fundar un club. Germán González vivía en Buenos Aires, ya era un
hombre grande, se aburrió y se vino. Era soltero, y muy amigo de nosotros. Lo
entusiasmaron, él no sabía si la pelota era redonda o cuadrada, y agarró viaje.
Cuando había que trabajar, era exigente; si existía un compromiso y se faltaba,
se enojaba”.
Los
orígenes de Pocha: “Yo vivía a dos cuadras de la plaza San Martín, era de otro
barrio, pero con Pablo Denardy éramos como hermanos. Antes iba a BH. Me había
hecho amigo de toda la gurisada de esta zona jugando a la pelota. Donde sobraba
terreno se hacía la cancha, pero para empezar, siempre faltaba la pelota. Yo
jugaba en un equipo en BH, los sábados, y un día se armó una pelea contra BN;
yo estaba en el medio, era amigo de todos”.
Barrio Norte en 1964 |
A
cada momento en el relato de Pocha aparece la mención de quien fue, sin duda,
una presencia decisiva: Germán González, y no falta la referencia a los
muchachos que hicieron posible el sueño. Hasta cuando cuenta de su historia en
Buenos Aires: “Mi oficio primero fue zapatillero, desde los 11 años trabajé en
lo Lopetegui. Después me fui a Buenos Aires y estuve 5 años. Allá aprendí a
hacer zapatillas de cuero, y salí bastante bueno (se ríe). Viví a dos cuadras
de la cancha de Dock Sud. Fue en esos tiempos en que los militares llevaron
preso a Perón. Los obreros venían por atrás de la casa de gobierno, daban la
vuelta por Dock Sud; eran miles de personas, algo extraordinario; se paró todo
Buenos Aires. Volví para hacer el servicio militar en Tala, pero fui exceptuado
por exceso de soldados. Luego fui albañil. En el club todo lo hicimos nosotros,
éramos muchachos jóvenes, y la cabeza era Germán González”.
Aparece
el recuerdo de: “El primer partido en la segunda categoría fue contra Gualeguay
Central, nos ganó 1 a 0. En BN jugaba Aníbal Martínez, Ramón Perret, Miguel
Leal, Roberto Razetto, yo de 5, Rosendo Taborda, Mario Vela, Carlos Carrizo,
Adán Lescano, Ismael Hermoso, Alfredo Constantini, Alfredo González, Jorge Ferrando,
y el DT era Germán. En su casa guardábamos la pilcha. La camiseta era la
clásica de Estudiantes de La Plata”.
Pregunto
si además de la cancha había algo más, pensaba en una cantina, un refugio: “Además
de la cancha, había un árbol. Cuando marcamos la cancha hubo que mejorar el
terreno, y siempre a la cabeza estaba Germán, sea con la guadaña o alguna
máquina. No había otros árboles, los alambrados precarios. Hubo que plantar
árboles, era todo un trabajo; no teníamos agua, así que había que acarrearla.
El señor Carnevale, gerente de casa Bisso, nos ayudó mucho. Se sembraron
eucaliptos, que después costó más trabajo sacarlos, cuando se hicieron los
tapiales; esos árboles se hicieron unos monstruos”.
El
trabajo en pos de la legalidad: “Hubo que respetar la reglamentación de la liga
de fútbol; primero postes de 1,20m. de madera dura o cemento, todos éramos
albañiles, fueron de cemento; después los pidieron de 1,80m., los hicimos, fue de
noche, en la pista, son los que están en la actualidad. Después el alambre liso
no corría más, tenía que ser tejido, se hizo. La pista de baile la hicimos por
un desacuerdo con Bur. Armamos un baile en lo Bur, y nos fue bien, el barrio
respondió. Enseguida pidió aumento. Nos prestaron una máquina y se hizo la
pista. El primer tapial de la pista de baile estuvo hecho con bolsas de
arpillera. Los bailes fueron un éxito; y eran en Barrio Norte y BH, después
empezó Sportiva. Recaudábamos con bailes, rifas, con un Prode”.
Siempre
el trabajo, el feliz sacrificio: “No había ninguna otra construcción. Nos
reuníamos en la casa de Luis Campagnola, que fue presidente, de Braulio
González, se rotaban las casas. Se trabajaba con mucha voluntad, hacíamos casi
todo nosotros, pagar muy poco. Había personas que hacían préstamos de dinero al
club, que luego había que devolver. Eran tiempos de una pobreza terrible. No
había nada, se fue haciendo despacio. Con Denardy fuimos a comprar los palos
para los arcos, se cortaron en la carpintería Benítez. Siempre estuve, los
sábados, en vez de ir a casa, iba al club a trabajar. Se trabajó mucho. Ya
había clubes fuertes como Gualeguay Central, Estudiantes. Barrio Norte fue un
club que creció mucho. Se hizo, y se sigue haciendo, no digo que hoy haya puros
ricos, pero hay una clase media para arriba, y después, como siempre, estamos
los pobres”.
Al
fin un refugio: “La primera cantina sirvió para todo, cantina y secretaría;
después hasta hubo un piano con el que algo tuvo que ver Carlitos Curvale,
centralero a muerte. No recuerdo si él lo trajo. Un hombre ciego venía cada
tanto a afinarlo, lo usaban los conjuntos musicales. Se hizo una primera cancha
de bochas techada, la voló el viento; y el viento también voló la segunda. La
cancha actual, también la hicimos nosotros. Hice de todo, fui parte de la
primera o segunda comisión directiva, cuyo presidente fue Inocencio Olivera; a
pesar de que Isidoro Ducassi se oponía porque yo había sido parte de aquella
pelea que contaba entre BN y BH. Después ya quedé, fui hasta presidente por el
57. También fui director técnico, gané 5 campeonatos, tenía de colaboradores a
Julio Cerrudo, un extraordinario atleta, y Darío Caracciolo, profesor de
educación física. Mucha honestidad, y principalmente respeto, todo nacía de
Germán. No estuve de acuerdo cuando le pusieron mi nombre a la cancha, le dije
al presidente Miguel Cosso que no me parecía, había muchos que se lo merecían…
inclusive yo. Estuve toda la vida. Hicimos hasta las tribunas”.
Pocha (2012) |
Desde
aquellos tiempos fundacionales BN, como dijo Pocha, creció mucho, y entonces el
club que giraba alrededor del fútbol y la amistad abrió el juego. Fabricio
Castañeda habla de las actividades que tocan al presente. Hay en las palabras
de estos dos representantes de BN, hombres de distintas generaciones, una misma
sintonía. Dijo Castañeda: “El club hoy tiene otras disciplinas, y sigue estando
ese lugar de pertenencia, la gente siente a Barrio Norte como propio. Los
chicos empiezan desde los 5 años en la escuela de fútbol, también la gimnasia
artística. Es un lugar abierto, la mayoría de las actividades son sin cuota,
salvo la gimnasia artística y el tenis, que tienen una cuota mínima. Entre
chicos y grandes hay 90 personas haciendo tenis. Casi 100 en la artística. La
escuela de fútbol tiene 185 chicos de 5 a 11 años, y los que son federados: 120
más, es totalmente gratuita; después de la práctica, dos veces por semana, se
le da la copa de leche, algunas madres preparan la merienda con bizcochos y
dulce de leche, y se comparte también ese momento; para eso tenemos una ayuda
de la tarjeta Sidecreer de la Provincia. Hay casín, bochas, tenemos chicos
haciendo bochas. El club también tiene una comparsa: Samba Verá, hay mucha
gente trabajando ahí, y se siente la pertenencia, el trabajo, los corsos, este
año vamos a tener cantina, y se colabora así con el turismo y la cultura. La comparsa
nació en el club y volvió hace 11/12 años, hoy cada comparsa tiene que tener un
respaldo. Como ayer, hoy hay mucha gente que colabora de manera desinteresada.
Hay dos salones de fiesta que se alquilan todas las semanas. El socio o la
gente del barrio sabe que, si necesita hacer un bautismo, un cumpleaños de 15 o
un casamiento, el club está a su disposición gratis; nadie queda afuera; hay
distintos salones, según las necesidades. El club está abierto a las
inquietudes de la gente, y de las instituciones, y lo mismo ocurre en otros
clubes; se presta el salón para la vigilia por Malvinas el 2 de abril, o se
presta para la cena de la APDH de la ciudad el 24 de marzo. De la gente
recibimos la colaboración con la compra de un pollo el domingo, el número de la
rifa o la asistencia a la cena aniversario; la de este año, con las tarjetas
vendidas 15 días antes, para casi 500 personas. Recibimos apoyo cuando se nos
voló el techo del gimnasio: de la gente, y de, por ejemplo, el Club Pelota con
un baile y cena a total beneficio de Barrio Norte. Un trato solidario entre
todos. La escuela N° 6 Victoriano Montes, y la secundaria N° 11 ‘De Tablas’,
cercana a la ruta, hacen todas las actividades de educación física sin que se
le cobre nada: 600 pibes”.
En
los orígenes contados por Pocha aparece la presencia esencial del barrio, el
club era para acompañarse con la gente del lugar, el club se transformó así en
una institución esencial en la sociedad. Y en el relato de Fabricio sobre el
quehacer actual del club, queda evidenciada esta única manera de ser en la
historia: importa la gente, el lugar, importa dar una mano, estar presente
junto a la comunidad, importa la práctica de la solidaridad. BN y su gente, la
que lo sigue haciendo posible, entienden muy bien de qué se trata. Fue BN un
club fundado por trabajadores, y ayer, 19 de agosto, tuvo su cena aniversario.
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