domingo, 8 de octubre de 2017

Mario Morasan en Gualeguay

El escultor Mario Morasan vuelve a la ciudad/río de Gualeguay. Aceptó, como el año pasado, la invitación a participar del 2do. Encuentro Provincial de Escultura que organiza el Municipio, a realizarse los días 11, 12, 13 y 14 de octubre en el Parque Quintana.
El año pasado tuve la oportunidad de conocerlo personalmente, sí estábamos en contacto a través del ciberespacio, pero el apretón de manos se dio durante el 1er. Encuentro de Escultores. Aquella vez fue la primera en la que pude observar a un escultor trabajando fuera de su taller, frente al público. En los momentos en que Morasan detenía la motosierra, charlamos sobre algunas cosas. Después seguimos en contacto, y al fin llegó la oportunidad para consultarlo en detalle sobre el oficio que lo lleva de viaje por los territorios del arte.
Morasan en Gualeguay. 2016.
Pregunté por su oficio hoy, cuáles son los quehaceres creativos en los días de Mario Morasan: “La escultura es mi pasión. Aunque me gustan todas las disciplinas de la plástica, la escultura, es decir, las tres dimensiones, es donde más cómodo me siento. En este momento de mi vida estoy repartido en varias facetas relacionadas con esta pasión: dedico tiempo a mi obra; tiempo a dar clases en mi taller, me reparto en actividades que hago en Buenos Aires y en Concepción del Uruguay; hace 3/4 años que me dedico a la restauración de la escultura en espacios públicos; parte de mi tiempo también lo ocupo en hacer investigaciones, relevamientos, prácticamente ya tengo terminada la segunda parte de mi libro: ’La Histórica’. Así paso mis días”.
Sucede en la vida de los trabajadores de la cultura, en este caso, del arte: a veces las circunstancias del cotidiano ofrecen un paisaje distinto, una veta de mayor luz por donde redoblar la apuesta, el riesgo que significa “ser un puñado de almas” a través del intento artístico: “El camino de vivir de cualquiera de las disciplinas artísticas es bastante duro. Te puedo decir que soy un afortunado porque desde el 94 me dedico pura y exclusivamente a la escultura. Hasta ese año siempre tuve distintos trabajos. Estuve 10 años en un canal de tv. Lo que para muchos compañeros fue algo trágico, el cierre del canal, para mí fue un inicio, fue tomar la decisión ‘obligada’ de dedicarme a la escultura a tiempo completo. Con 40 años quise dedicarme a esto. No quería ir a buscar otro trabajo. Tenía familia, dos hijos. Con la indemnización compré herramientas y empecé a trabajar. Todo se dio rápido: en el 94 cerró el canal, y en el 95 gané el Salón Provincial por primera vez. Fue una motivación muy grande. Uno manda obra con la expectativa de ser aceptado, y fue primer premio”.
Mario Morasan recuerda: “Mi primera exposición individual fue en el 84”. Pero antes de la misma, sucedió que el mejor de los destinos le abrió la puerta: una marca decisiva en su historia, una presencia amiga que fundó un antes y un después: “Yo era un apasionado de los automóviles, venía del diseño industrial; había estudiado diseño y quería dedicarme a los autos sport. Da la casualidad de que me entero de que en la ciudad había un taller de un hombre que había diseñado un buggy arenero, y fui a pedir trabajo. No había para pagar sueldo, pero me ofreció ir de voluntario, y a tomar mate. Resultó que este hombre era escultor: Alberto Hugo Guinea, él tiene varias obras en Concepción del Uruguay. Mientras ayudaba en estos autos, a Guinea le encargan un monumento a Güemes, creo, para Paso de los Libres. Empecé a ayudarle, y a partir de ahí dije: Esto es lo mío; si bien no estaba alejado del arte, cerca de los 20 pintaba, y después dibujé mucho, claro, que apuntando a los autos, hacía planos, fue en ese taller, año 80, soy del 54, donde todo cambió. Yo hasta había viajado a Europa por el diseño de autos: en el 78 en Inglaterra fui a un taller donde me iban a hacer una prueba, pero no aguanté porque no dominaba bien el idioma. Decidí volverme, pero con la idea de regresar. Trabajaba en una fábrica de casas rodantes, e iba a ayudar al taller de Guinea, mi primer maestro en la escultura. Nos hicimos amigos. Él trabajaba por encargo, y cuando le salía algo yo iba de ayudante. Lo ayudé a hacer un busto de Nicolás Avellaneda, año 88, que está emplazado en esa escuela de Concepción del Uruguay. Conocer a Guinea fue decisivo”.
Serie: Los Guerreros.
Tuve la oportunidad de estar en el taller de algunos escultores, y luego de esta mi primera experiencia viendo escultores en directo, surgió la siguiente pregunta para Morasan: ¿Qué decir de dos paisajes de trabajo tan diferentes?: “Me llevo bien con las dos maneras de trabajar. El taller es distinto, uno no tiene la presión de terminar una escultura en tres días, como va a ser en Gualeguay; y si llueve o surge algún imprevisto, menos días. Uno llega con un boceto, con una idea, entonces el resto es técnica, no creación; la creación está más o menos planteada en el boceto, el trabajo en público es un despliegue técnico, entra a tallar cuál es tu habilidad para resolver la escultura en esos tres días. Sos un artesano. Un músico compone en soledad, la interpretación es otro tiempo. Yo voy con mi partitura, el boceto, y lo que hago allá es desplegar mi técnica”. Pregunto si hay lugar dentro de lo técnico para un creativo solo de instrumento: “Sí, desde ya; y hay algo muy importante: vos no sabés con qué tronco te vas a encontrar, si es madera buena, si tiene nudos; he tenido encuentros donde me ha tocado una madera desastrosa, y yo no podía aplicar mi boceto, mi idea. A veces te gusta una madera, pero se hace un sorteo, y entonces por ahí no te toca; y si tu colega no está dispuesto a hacer un intercambio, que muchas veces se da: las maderas de acuerdo a los intereses del escultor, te toca por sorteo, y te tocó. Es complicado encontrar buena madera y con las dimensiones necesarias, la mejor de la zona es el algarrobo. El año pasado en Gualeguay me tocó una de fresno, que tiene una veta característica, una belleza. Hay una cantidad de detalles que se tienen que dar para cerrar con un moñito tu proyecto”.
Serie Los Guerreros.
Los disfrutes de Morasan: “Me gustan los dos lugares, el taller tiene lo suyo, y también lo tiene un encuentro, un simposio, como el de Gualeguay: se comparte con otros colegas, se charla, se conocen herramientas. Por ejemplo Adrián Bois y Francisco Mateos vienen de Europa, llegan a Gualeguay después de andar uno por Rusia, otro en Italia y Francia; tuvieron la posibilidad de comprar herramientas que en el país no hay; en estos momentos no estoy viajando, entonces es muy valioso el intercambio de ideas y experiencias”.
Antes de su vuelta a Gualeguay: “Actualmente en mi escultura estoy trabajando en una serie totémica; y en otra que es una serie de esferas de gran tamaño, que hace unos años nació en pequeño formato y en cerámica y hierro; la de hoy es en hierro y poliéster. Las esferas son para exponer en espacio abierto, no hay puerta por donde pasen, tienen hasta un diámetro de 1,50m. El 6 de octubre inauguro una muestra en el Nuevo Salón de Arte en Concepción del Uruguay con dos de mis ayudantes, ellos muestran pintura. Estoy terminando para la misma el último de los tótems, de una serie titulada ‘Guerreros’”.
Esferas
Morasan y su boceto: “En estos momentos trabajo en el boceto para Gualeguay. El encuentro tiene una temática que está relacionada con sus creadores, su geografía; encontré un texto muy interesante: ‘¿Qué decimos cuando decimos Gualeguay?’ de Jorge Alberto Surraco Babino en su blog ‘La botica del Diablo’. Siempre me informo antes de los trabajos, antes de ‘entrecomillas’ entrar en la inspiración. Tengo varios apuntes, pero creo que me voy a inclinar sobre uno que tiene que ver con el río”.
Inauguración del 6 de octubre. A la derecha: Mario Morasan.
Mario Morasan me obsequió un ejemplar de “La Histórica. Patrimonio, monumentos y escultura pública de Concepción del Uruguay 1783-2011” (2013). Una investigación necesaria a realizar en todas las ciudades: cuáles las esculturas, quiénes los escultores, quiénes los recordados, pistas de tiempo y lugar que deben ser guardadas en la memoria. Su tiempo como investigador de las esculturas emplazadas en su aldea natal, tuvo una feliz vuelta de tuerca, una revisita que ya está lista para ser editada: “En esta segunda parte incluyo esculturas muy importantes que están dentro de instituciones; algunas de escultores muy famosos, otras de escultores olvidados; la gente desconoce el patrimonio que existe en las instituciones. Hago una referencia no muy extensa del cementerio, ya que existe el libro notable de Luis Alberto Salvarezza (‘De cruces, alas y mármoles’), pero agrego una serie de tumbas que no son históricas, pero que son de personajes que me interesa rescatar. Agrego datos inéditos, hablo sobre algunas esculturas del Palacio San José, incluso las robadas en el 91; di con el nombre del escultor y el lugar donde se hizo la escultura de homenaje a Colón. En realidad es una edición ampliada del primer libro, más una segunda parte. La idea de edición se la debo a Salvarezza; yo pensaba hacer un segundo tomo; pero creo que es mejor que todo sea reunido en un solo libro”.
Serie Los Guerreros.
De una resumida hoja de vida y labor de Morasan, elijo destacar que lleva realizadas 18 exposiciones individuales y 50 grupales. Fue seleccionado para participar en Salones Nacionales de Artes Plásticas (Buenos Aires, Santa Fe y Río Negro). Entre los premios obtenidos se destacan: el 1º Premio del Salón Anual de Artistas Plásticos de Entre Ríos en dos oportunidades (1995 y 1998), en 1998 el 1º Premio y el Gran Premio en la “IIº Bienal Internacional de la Costa” (Argentina-Uruguay), y el 1º Premio en el “III Concurso Nacional de Tallista”, Colón (2009).

La ciudad/río de Gualeguay recibe junto a Mario Morasan a los siguientes escultores: Alfredo Godoy Wilson (Paraná), Francisco Mateos (Paraná), Adrián Bois (Villa Elisa), Héctor Zucco (Chajarí), Marisa Núñez Caminos (Victoria).

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