domingo, 11 de marzo de 2018

Escrito en la ventana


Una ventana puede devenir en artilugio mágico, una herramienta para ejercer el derecho y el deber -como si de conjunción celeste en frecuencia terrena se tratara- con que el hombre construye su mirada. Una ventana, convenientemente tratada por el paso de los años, puede transformarse en una cápsula de tiempo abierta al tránsito a conciencia de una sociedad. Una ventana bien puede ser la imagen acertada para un bosquejo a mano alzada que ilustre la poética de una memoria viva. Como sucede en cada memoria, la realidad de ciertos “sucedidos” abre la veta ficcional que respira en toda vida: la posibilidad de que aquello visto y escuchado “acá y allá” sea escrito sobre el paisaje de una ventana otra de la ciudad/río de Gualeguay. Ventanas fundacionales de escritura: la mirada humana confluyendo en la maravilla del sueño. Poesía y prosa nacida a partir de fotografías hechas sobre ventanas: una forma de conocer la aldea.
Hace un año que sé de la existencia de la serie fotográfica “Ventanas de Gualeguay” de Fabricio Castañeda. Recuerdo dos fotos que me llevaron a escribir una nota en la que jugué a ficcionar sobre la suerte de algún personaje y la ventana. Le dije a Fabricio que entre manos tenía un libro más que interesante: imagen y texto. Como siempre ocurre, el tiempo vuela, y en medio del transcurrir las criaturas trabajan, pero claro, no todos tienen la capacidad de trabajo de Fabricio. Además de los discos, del trabajo constante junto al Chango Ibarra, de su documental “Bar El Faro”, junto a Mauricio Echegaray, Fabricio tuvo la idea de montar una exposición coincidente con un nuevo aniversario (235 años) de la fundación de su aldea natal. La serie fotográfica se convirtió en la muestra “Ventanas de Gualeguay”. 35 fotos de ventanas que, por distintas razones, llamaron la atención del fotógrafo. Dichas ventanas son una interesante propuesta estética, y un sustancioso convite para los 35 escritores (poetas y prosistas) convocados para jugar con la palabra. Hace meses que Fabricio trabaja en la muestra que se inaugura el 17 de marzo en el Club Social.
Ventana para Daniel González Rebolledo
Entre los escritores convocados están: Verónica Centurión, Pata Corbani, Daniela Scagliola, Ruth Estapé, Miguel Ferreirós, José Arenas, Leonardo Guilarte, Lorena Díaz, Norman Robson, Lucio Arce, Raúl Castañeda, Marisa Vázquez, Miguel Ángel Peñalba, José Luis Zanetti, Damián Lemes, Daniel Rodríguez, Diana Guerscovich, Pablo Stasiuk, Mariano Pini, Raimundo Rosales, Juan Penas, Rubén Serrano, Walter Almará, Selva Olivera.
Cito algunos autores junto a  un fragmento de sus textos:
Gisela Beer: “(…) Cuando era chica esta ventana se abría hacia adentro y hacia afuera, de esto me di cuenta hace poco al volver a la casa de la tía. Pinté las paredes que eran verde musgo de un rosa viejo y me gusta. A esta ventana la dejé así como estaba. Ahora sólo se abre hacia adentro como yo. (…)”.
Coni Banús: “Grises de Dios: Asoma el tiempo por las arrugas de su madera. / Recuerda / los viejos amantes / los chicos jugando / el chisme de paso / y el ramo de flores / que fue de regalo / -las flores / de cuando nace el amor o cuando mueren los hombres. (…)”.
Daniel González Rebolledo: “Extramuros: (…) El tiempo se trabó en la banderola / en un anochecer pleno de olores / cuando aún me abrazaban los jazmines / y alguna serenata ardía de amores. / Después, la casa toda fue quedando / como el mirar umbroso de la anciana / que apenas descorría las cortinas / y bajito lloraba, acongojada. / La soledad tomó cada rincón, / cada mueble de polvo, apolillado, / no hubo ecos de risas en los patios / y todo fue un crecer de yuyos altos. (…)”.
Ventana de Manuel González
Paula Sciutto: “(…) La siesta del sol fatal, que hacía cualquier cortina obsoleta, colándose de a tiras finas y rayando el piso de filos amarillo claro. De a ratos el silencio del barrio se tajeaba con moto desquiciada, o una charla pasajera de vecinos, y en seguida volvía la Calma Reina, que hasta los perros sabían respetar. (…)”.
María del Rosario Sánchez: “Auxilio: La ciudad se derrite. / Me paso la mano por el pelo mojado. / La ciudad derrite mi cuerpo mojado, / mientras él, se aferra a mí. // Cierro los ojos: / nuestra ventana. / La recuerdo cerrada, límite de la expresión. / Entonces reaparece el cuerpo entumecido, / llevado por el deseo de atravesar el pueblo. / Recuerdo que así estaba. // (…)”.
Flavio Crescenci: “Toda ventana esconde un mundo. A diferencia de una puerta (que se abre para que un cuerpo la atraviese, que se cierra para que ningún cuerpo la traspase), la ventana es un asunto más bien de la mirada —paloma fisgona e intimísima, vuelo o retina— y, como tal, medra entre la incierta polvareda que el tiempo deposita en sus vidrios y maderas. (…)”.
Ventana de Paula Sciutto
Manuel González: “Julián y su ventana: (…) Cuando él estaba adentro, la ventana tenía otro color y otra luz. Desde adentro el afuera se veía luminoso, como promesa de felicidad y mil aventuras, pero desde afuera, el adentro se mostraba oscuro, como el fin de la diversión.
Adentro, entre las sombras de la digestión, el tiempo pasaba lento, muy lento, hasta que llegaban los chicos corriendo, gritando y llamando  “al Juli” pal picadito. Entonces él se ataba presuroso los timbos, para no perderse ni un gramo de rayo de sol callejero. (…)”.
Guille Lugrín: “Cuando de niño: Cuando de niño buscaba las formas de las cosas / en el caso de las casas los ojos eran ventanas. / Cuando ya sabía el rumbo de la senda cotidiana / fue en esa ventana que aprendí el misterio de la rosa. // (…)”.
En la exposición de Castañeda hay ventanas, la semilla a partir de la que se construye la historia de una casa, y a partir de las ventanas: palabras amanecidas, y hay, además, pistas que tienen que ver con la geografía de la ciudad/río: “calle y número”. Por ejemplo: Carmen Gadea 232, Carmen Gadea 614, Alfredo Palacios 94, 25 de Mayo 964, Intendente Giménez 132, La Paz 349, San Lorenzo 302. Cada una de estas ventanas tiene, estoy seguro, una pista dentro de la memoria de cada gualeyo. En algún momento vimos cómo la ventana miraba. Claro que fue Fabricio a quien se le ocurrió hacer el disparo de memoria sobre el artilugio mágico.
De charla con Fabricio Castañeda pregunto por el primer movimiento de su propuesta, la besana de fundación: “Nunca hubo una idea de hacer la serie de fotos. Fue un descubrimiento. Me llamó la atención una ventana. La máquina siempre a la mano. Me interesaron dos ventanas, y me di cuenta de que cuando iba paseando le prestaba atención a las ventanas. Fue encontrarme con el tema, sin querer”. Quizá sea la mejor manera de construir una idea: en el después del encuentro. Porque en estas cuestiones del intento artístico, de amor y de trabajo también se trata.
Ventana de Gisela Beer
Fabricio Castañeda y el click que detiene el tiempo: “Mi fotografía viene de la intención de plasmar un momento, un paisaje, pero no pasa de ser un hobby. Trabajo con una cámara básica. Es la inquietud del momento: registrar aquello que me interesa. Quizá por eso tardé tanto en decidirme a hacer una muestra de fotos cuando no soy fotógrafo. Pero en la muestra, la foto es solo una parte de la propuesta, que es integral, hay en ella distintas ramas del arte”. En el caso de Fabricio la fotografía es una especie de puente extendido hacia sus intereses, una herramienta que colabora en su trabajo de guardar historias, principalmente como autor de canciones, de su aldea natal. El convite a los escritores no es más que compartir con pares una de sus formas de trabajo.
Sobre la muestra: “Hace unos 6 meses que la pienso. En un principio quise estimar un número, unas 20, pero cuando la muestra quedó dentro de los festejos por el aniversario de Gualeguay, el número de ventanas quedó en 35. Invite a amigos escritores a trabajar una historia o un poema sobre cada ventana. Pensé la muestra para el Club Social, porque ya hemos trabajado juntos varias veces. Es un buen lugar para esta propuesta”.
Fabricio y los detalles de la noche de inauguración: “La ambientación, la estética del lugar va a estar a cargo de Walter Testa. Está la muestra de fotos y literaria; hay una parte teatral dirigida por Nora Cosso, actúan Damián Lemes, Agostina Pagella, Alejo Saldaña, Melisa Saldaña, Chango Ibarra y Nelson Leonori. La historia a representar: un enamorado le va a dedicar una serenata a la ventana de la casa de la novia, que ya no está; se da un diálogo entre los trabajadores que tienen que derribar la casa y el enamorado que espera a los músicos. Hay otro momento musical en dos partes: una del Chango, Lemes y Agostina, con el tema ‘Ventanas silenciosas’ -de mi autoría, música de Chango- y que tiene que ver con las ventanas de las casas donde vivieron los desaparecidos de Gualeguay durante la última dictadura militar; Lemes va a cantar un tema sobre ventanas de su autoría; el Chango agrega un tema instrumental de su autoría sobre el tema; y Agostina viene con el bandoneonista Nicolás Henrich y va a hacer unos tangos donde aparecen ventanas, ya no gualeyas. Algunos de los escritores, 4 o 5, van a leer sus textos”.
Ventana de Flavio Crescenci
Entonces la inauguración: Club Social de la ciudad/río de Gualeguay, día 17 de marzo. Propuesta de Castañeda, y apoyo del Municipio y el Club.
Me queda por agradecer a Fabricio por la invitación a “escribir” una de sus ventanas. En medio de la charla me enteré de que mi ventana era especial: “La primera ventana que saqué fue la del boliche de Perchivale, hace como dos años”. Recordé algo que escuché a Raúl Emilio Albornoz Castro, más conocido en su barrio como el “Turco”, sobrino del plástico Antonio Castro. Al referirse a la obra de su tío, dijo: “Guardo pinceles y bosquejos de él, a varios los hice enmarcar y los colgué. Me gustan porque es cuando nace la idea”. El Turco y una razón maravillosa. Pienso en la primera ventana, mi ventana, como el bosquejo de una serie, de una muestra, de una pista en la memoria: “Ventanas de Gualeguay”.

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