Juan Martín Caraballo, director de la Escuela
Municipal de Música Isidro Maiztegui (EMMIM) de la ciudad/río de Gualeguay, músico,
guitarrero, es una persona que, a las claras se nota, hace en la vida aquello
que le gusta: vivir dentro de las distintas sintonías de la música, y una de
dichas sintonías es la docencia. Caraballo anda en la música con compromiso, al
frente, como la cuerda cuarta de su herramienta/oficio/creación.
En una entrevista que le realizara en
mayo de 2016, Juan Martín Caraballo hablaba de identidad. Es bueno volver a
esas palabras, una manera de saber quién es el director de la EMMIM: “Uno
incorpora sentimientos, ideas, de tal manera que no se da cuenta de que se está
moviendo con algunas bases que no son negociables. Pienso que la música no es
un adorno personal, para vanagloriarse, sino que la música es una expresión de
nuestra cultura, una manera de expresarse de un lugar, y eso me parece muy
rico, y hay que ahondar en ello, porque cada pueblo tiene su manera de hablar,
sus costumbres y hábitos, su comida típica, y la música es parte de ese todo.
Encontrarnos con esa música es maravilloso, y uno quiere contagiar esas cosas,
porque vivimos en un mundo que nos bombardea con información, y donde hasta la misma
música ha sido usada para desculturizar a la gente. Hay que ser consciente de
que la música es parte de nuestra identidad, hay una música que nos pertenece,
y hay una música que nos conoce, más allá de que a veces nosotros no la
conozcamos, ella sí nos conoce. Me dieron ganas de plantarme frente a una
clase, en un escenario, cuando compongo o hago un arreglo, desde ese lugar. Sé
que es ambicioso querer hablar con la voz de todo un pueblo, pero pienso en
obras en que he visto reflejada esa voz. Cómo me gustaría poder hacerlo con la
música, lo mismo que hizo el Chacho Manauta, Tuky Carboni, obras donde me
encuentro con las palabras de mi pueblo, con el sentimiento y la atmósfera que
a uno lo rodea. Pienso en las pinturas de Antonio Castro. Esa es la idea,
contribuir a una identidad. Hay mucho más detrás del goce artístico de la
belleza, y tiene que ver con la identidad”.
El director bosqueja algunos detalles de
la historia de la Escuela: “Era el antiguo conservatorio de Virginia González,
una pianista de Gualeguay, uno de los antiguos conservatorios que había acá: el
Beethoven, el Fracassi, de viejas profesoras que tenían en su casa el
conservatorio. Virginia era muy trabajadora de la cuestión musical, cuando
otros decayeron en esa tradición, ella siguió. La Municipalidad de Gualeguay la
reconoció como Escuela Municipal en 1983 y le brindó su apoyo. La Escuela
funcionó en la casa de Virginia, en calle 3 de Febrero, a una cuadra del
edificio de la Municipalidad, y pasó por varios lugares, entre ellos el viejo
Banco Italia, y la Biblioteca. En 1993 aparece la figura del Consejo General de
Educación de la Provincia reconociendo la Escuela, que no tenía la facultad de
otorgar título, pero sí la vinculó con alguna otra institución para que de esa
manera se le permitiera poder llegar hasta el título: instituciones como la
Escuela Celia Torrá de Concepción del Uruguay, y la Escuela Constancio Carmiño
de Paraná. Aquel convenio duró hasta 2013. Se firmó un nuevo convenio en 2015,
ya bajo mi dirección, por 20 años y con cambios. Desde 2015 la Escuela entrega
título: técnico en instrumento. La Escuela es la resultante de un proceso que
fue desde la experiencia privada hasta lograr un marco más inclusivo, y
ajustándose a las nuevas necesidades. Siempre fue muy valorado su nivel de
formación”.
Dice Caraballo: “De chico estudié en la
Escuela, cuando estaba en la Biblioteca; después fui profesor durante la
gestión de Cary Pico (2008/12), y en 2015 asumí como director”. La pregunta era
obligada, ¿cuáles son los aromas desde lo emocional?: “Hay veces que me
descubro no tan consciente de ello; esa cuestión emocional pienso que, por ahí,
se debe a que ha cambiado de espacio físico; ese hecho quizá le quitó parte a
esa carga emotiva; no es el lugar al que iba cuando tenía 11 años. Pero sí es
vivir en primera persona este pase de la posta, ir agarrando la manija de
algunas cosas mientras se va dejando de ser niño o adolescente, asumir otros
papeles en la sociedad, ver plasmado en lo institucional y personal el paso del
tiempo”.
Consulto a Juan Martín cómo es, desde la
música, desde el mundo propio, ser director de la Escuela: “Algo que sentí, al
hacerme cargo de una institución pública, es que uno no puede despojarse de sus
subjetividades, pero también uno debe tratar de correrse de lo personal y tener
una mirada más amplia. Tengo mi definición musical, tengo en claro lo que
quiero hacer: tiene que ver con la música argentina y especialmente con la del
Litoral, pero en la Escuela se contemplan, además, otras expresiones musicales.
Es un desafío poder aportar a esas otras expresiones. Siempre sabiendo de la
cuestión identitaria, que es preponderante: la música con una sustancia local.
Por ese lado se ha trabajado en la revalorización de los autores locales, una
práctica concreta que tiene que ver con llevar esos nombres a las escuelas;
para ello se conformó un grupo de Ensamble de Folclore con el que estamos
haciendo un repertorio de autores gualeyos, algo importantísimo para los
músicos jóvenes que se están formando, y también para los grandes, los
referentes, a los que siempre hay que reconocer. Cada vez que tocamos aparece
algo de ese repertorio, nuestro granito de arena difundiendo estos autores”.
Primera pista sobre el quehacer en la
Escuela: “La Escuela tiene dos orientaciones bien claras. Aquello que tiene que
ver con una carrera reconocida por el Consejo de Educación, de nivel medio, que
es una especie de tecnicatura en el instrumento elegido; y por otro lado
tenemos una oferta de talleres; y hay una tercera pata que tiene que ver con lo
infantil, con todo el trayecto de la educación musical para niños. Es lo que
los va preparando a los chicos que elijan la carrera, y a los otros, que
transitan lo musical porque tienen ganas, pero sin aspiración a la carrera;
además son chicos que aún no tienen el camino definido. Este es un objetivo de
la Escuela, ese espacio de formación entre los 4 y los 10 años, un
acompañamiento, una orientación en el universo de la música. Es muy lindo
trabajar en la combinación de los chicos y la música. Desde lo personal le
estoy poniendo mucha energía, porque creo que es un trabajo muy delicado; y
esto tiene que ver con las propuestas del Consejo de Educación de la Provincia
sobre estos talleres de arte; es parte de un plan nuevo, de 2013. Nosotros fuimos
extendiendo el rango de la edad, que ahora funciona de manera total”.
En todos los lugares de este mundo
globalizado, en cada aldea que espera tiempos mejores a estos días dentro de la
sociedad de la cáscara en la que poco contenido importa, aquellos que transitan
los caminos que -con trabajo a conciencia y viento destinal a favor- pueden
conducir hasta los territorios que acercan a la creación artística, sea un
hacedor en solitario o una institución como la EMMIM, debe, en la ciudad/río de
Gualeguay, tener entre sus intenciones: dar el presente a viva voz para hacerse
visible dentro de la comunidad. Son estos tiempos veloces un criadero de
neblina de mala estirpe que se suma a cierta mala siesta gualeya, esa que es
capaz de dormir a la criatura durante toda una vida para solo preguntarse por
lo lindo o feo del día, y sobre cuál es la comida que se manda a bodega. Por
eso, los transeúntes que van en pos del arte están obligados siempre a golpear
la puerta, a despertar, a concientizar sobre las bondades de las propuestas
amanecidas.
Dijo Juan Martín Caraballo: “Quería que
la Escuela estuviera presente en la ciudad, que se viera su presencia en
distintos lugares, porque hay gente que no sabe que está la Escuela. Para eso
desarrollamos ciertas actividades, como el proyecto ‘Sonó la Escuela’ que es ir
a tocar a las escuelas con una banda de música infantil; además ciclos de
música en vivo en distintos espacios públicos; tratamos de intervenir en
distintos eventos a los que somos invitados. Vamos y tocamos para que la
Escuela se conozca, y también para que los alumnos aprendan a plantarse en un
escenario, y que lo hagan con la compañía de los profesores de la Escuela; una
instancia de aprendizaje bastante compleja: salir y tocar: experiencia,
difusión, y el disfrute de la gente presente en las intervenciones. Tocamos en
González Calderón en la fiesta de San Pantaleón, o en las fiestas patronales de
Aldea Asunción, el Club Social o la iglesia San Antonio, o en la misma calle
donde está la Escuela. Hay mucho de positivo en esta práctica. Sumado a que la
Escuela tiene la bondad de tener una buena formación musical, y eso contribuye
a la sustancia de estos ‘organismos musicales’, así los llamo: una banda
infantil, un ensamble de guitarras, un ensamble de folclore, un grupo de samba
reggae, un coro. Estos organismos nos permiten hacer estas intervenciones, y
según la ocasión se va con uno u otro grupo. Estas manifestaciones son además
parte de una militancia por la escucha de la música en vivo, hoy se ha perdido
el hábito, o por la velocidad de la sociedad, la gente no se da el tiempo para
la música en vivo; muchas veces sucede que gestionar un recital requiere un
gran esfuerzo, y que después no se condice con la presencia de la gente; es
también reinstalar el vínculo del artista con el público. Es el aprendizaje
desde la comunicación, y es importante que la Escuela genere los espacios.
También la Escuela acerca su espacio a otras inquietudes. Cede, y apoya con su
espacio, a bandas de rock conformada por jóvenes, que muchas veces no tienen
dónde ensayar. Cada vez siento más a la Escuela como un espacio público.
Queremos que la Escuela sea de todos, que se apropien del lugar”.
En la Escuela Municipal de Música Isidro
Maiztegui se dictan los siguientes talleres: batería, percusión, bajo, piano,
guitarra criolla y eléctrica, saxo, clarinete, violín, armónica, canto,
acordeón.
La EMMIM tiene su sede en Islas Malvinas
79, se puede entrar en contacto con su universo en persona, a través del
teléfono 03444 429421 o encontrando en Facebook la página de Isidro Maiztegui.
Excelente nota y excelente y clara tu exposición Juan Martín. Queda muy claro que la música es una de las cosas más importantes en tu vida y a la que te entregás sin retaceos. Orgullosa de vos hijo. Que nunca pierdas esas fuerzas y esas ganas de volcar en tus alumnos todos tus saberes y toda tu pasión.
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