Líbero Badii nació
el 2 de febrero de 1916 en Arezzo, Italia. Se hizo ciudadano argentino en 1947.
Estudió en la Escuela
Superior de Bellas Artes de Buenos Aires entre 1940 y 1944. Fue
becado y pudo realizar viajes por distintos países de América y Europa. Ocupó
la cátedra de Escultura y Pintura de la Escuela Superior de Bellas
Artes.
Fue Miembro de
Número de la
Academia Nacional de Bellas Artes desde 1972. Su obra
escultórica se ha expuesto en museos e instituciones de la Argentina, Brasil,
Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia y España. Falleció en Buenos Aires el
11 de febrero de 2001.
El escultor es
dueño de una imagen absolutamente propia, en su obra hay una aplicada elaboración
de distintas corrientes de la escultura contemporánea. Entre sus obras se
destacan, dentro de la temática americana: La muñeca, La fecunda, La madre; los
retratos: Macedonio Fernández, Antonio Porchia, Ema de Cartosio; sus formas
“madres”: El alma, La libertad, El amor; y los temas nacionales: Independencia,
Civilización y barbarie, El tango, Martín Fierro.
Trabajó sobre los
temas fundamentales: la familia, el tiempo, la condición humana, la maternidad.
Fue un investigador del espacio escultórico; se interesó en la fuerza vital de
lo primitivo. Buscó captar lo universal a través de la abstracción. Fue
referente de su generación.
Trabajó
materiales diversos: yeso, mármol, madera y bronce. Aprendió a tallar la piedra
en el taller de marmolería de su padre.
Algunos de los
premios recibidos: 1953: Gran Premio de Honor Presidente de la Nación Argentina en el XII
Salón de Arte de Mar del Plata, por su talla de piedra “La familia”. Gran
Premio de Honor Ministerio de Educación en el XLIII Salón Nacional de Artes
Plásticas, por la obra “Torrente”. 1959: Premio Adquisición Provincia de Santa
Fe, en el XXXVI Salón Anual de Santa Fe, con la escultura en yeso “El deseo”.
Premio Palanza. 1971: Premio Internacional Bienal de San Pablo (Brasil) con
“Los muñecos”. 1982: Gran Premio Fondo Nacional de las Artes. 1987: Premio
Consagración Nacional.
En el libro “40
escultores argentinos” (Ediciones La Actualidad en el Arte, 1988) la crítica de arte
Elba Pérez escribió: “La obra de Líbero Badii es singular por varios motivos
más allá de la calidad plástica reiteradamente reconocida (Premio Dr. Augusto
Palanza, 1959; Gran Premio de la
Bienal de San Pablo, 1971, etc.). Su concepción de lo
monumental, en cuanto símbolo, nace en él a partir del conocimiento de las
grandes culturas precolombinas. Invierte, pues, la usual trayectoria de los
artistas latinoamericanos, subyugados primero por la tradición europea que por
la herencia propia. Es posible que sus tempranos contactos (1945) con las
culturas de Bolivia, Perú y Ecuador, evocaran –bajo diverso signo- las impresiones
de la infancia en Arezzo, Italia, donde nació en 1916. En ambos casos la
geometría insita en el entorno arquitectónico despertaron en Badii la intuición
de las formas plásticas, relativizando los contenidos meramente
representativos”.
En un video
realizado por la Universidad
Nacional de Cuyo en 2001, Badii afirma lo siguiente: “Yo
siempre me dije: no debo trasladar mi conocimiento a través de la pedagogía,
sino a través de mi vida. Quería vivir como los hombres del Renacimiento, esos
hombres que vivían de su trabajo. Ha sido siempre en mí un lema eso de decir
que no vale la pena vivir materialmente a grandes trazos, sino más bien en el
lado espiritual. A la muchachada joven le digo siempre: tengan fe, y tengan
mucha visión de lo que tienen que hacer, y piensen siempre que el arte no se
resuelve en las escuelas, sino que se resuelve en la vida. El artista es un ser
completamente libre, en mi obra está una de las bases, que es la familia, un
tema que me atrajo toda la vida (…), es la célula de la sociedad donde estamos
transcurriendo. Lo siniestro y el espacio, junto a la temática de la familia,
han sido la base de mi organización total”.
A lo largo de la
vida del artista, las obras se suceden dando forma al universo constituido a
través de imágenes, ideas, sueños, sustancias reunidas en torno a la búsqueda
de una voz propia: una estética. Las obras son testigos del proceso, y de
acuerdo al destino de su autor, serán lanzadas en menor o mayor medida, hacia
los mundos que están fuera del taller donde las alumbró el hacedor. Esas obras,
portadoras de una manera de entender la creación artística, son una especie de
sondas espacio/temporales enviadas desde la tierra de los que intentan el
camino del arte hacia la historia de las sociedades. Parten, algunas veces, con
destinos inciertos. Otras veces el viaje planeado sufre cambios inesperados, y
el azar hace de las suyas.
En mi calidad de
caminante de mi nueva ciudad: Gualeguay, llegué varias veces hasta la plaza
Constitución. Recuerdo que estaba mirando hacia la esquina que ocupara la
confitería El Águila, cuando reparé en la presencia. Sin dudas ya había pasado
cerca, pero no había comprometido mi mirada a conciencia. Me acerqué por el
sendero en diagonal. Me detuve frente a la sonda. Busqué una placa en su base.
Nada.
Comencé a
preguntar. No encontraba los datos: ni título, ni autor de la escultura, hasta
que en una charla con Nidya Rampoldi empezamos a hablar de la plaza, y recordé
el enigma. Ella me obsequió su libro “Espacios públicos con historia Gualeguay”
(2002), y en él la respuesta: la obra se titula: “Independencia”, y su autor:
Líbero Badii.
Después supe que
para que la “Independencia” de Badii se encontrara con el sitio disponible en
el futuro, algunas bestias (de las que andan sobre dos patas) hicieron gala de
sus bondades en una de las tantas noches del pasado que apuntalarían la peor
noche sufrida por nuestro país. La plaza se llamó por un tiempo Eva Perón.
Perdió su nombre la noche del 21 de septiembre de 1955, cuando las bestias
ataron con cadenas el busto de Eva a una camioneta. A ese mismo lugar vino a
dar el arte de un hombre que primero miró hacia la cultura que lo rodeaba, y
que dejó para después los valores de Europa.
La presencia de
la obra en la plaza fue inaugurada el 9 de julio de 1977, luego del acto
oficial por la independencia realizado en el centro de la misma. Era intendente
provisional: Hugo Hernán Quattrochi.
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La "Independencia". Foto: Patricia Míguez Iñarra. |
La profesora Patricia
Míguez Iñarra participó en el acto realizado en la plaza (abril de 2012) por la
creación de la institución Casa Cultural Viva, leyendo una investigación sobre la
manera en que la obra de Badii llegó a Gualeguay: “Albérico Carboni, quien era
Secretario de Hacienda en ese momento, cuenta que él era muy amigo de don Luis
Wenceslao Vaccari, y que por su intermedio el Sr. Hugo De Santis, Subdirector
de Cultura de la Nación
en ese momento, le ofrece traer a Gualeguay alguna de las tantas obras que se
encontraban olvidadas en los depósitos de la Secretaría de Cultura
de la Nación. De
Santis es oriundo de Gualeguay, su madre era Vaccari, y además Miembro del
Fondo Nacional de las Artes, y siempre interesado en ofrecerse y ayudar a
Gualeguay y sus artistas. De Santis propuso en primer lugar esta obra, por lo
que el entonces Secretario de Gobierno Roberto Sciutto se interesó mucho y
realizó todas las gestiones administrativas necesarias, incluso para concretar
su traslado a nuestra ciudad en un camión de Vialidad Provincial (¡Chelo
Carboni recuerda hasta el nombre del chofer: Sr. González!). No nos olvidemos
que en ese momento no había sido inaugurado el complejo Zárate-Brazo Largo, por
lo que el viaje debió sortear dos tramos en balsa. En ese momento fue de
importante valor también la labor de la Directora de Cultura Albertina “Pitina”
Olhaberry. La intención de De Santis era traer luego una colección de obras de
arte reconocidas para su exposición permanente en nuestra ciudad, lo cual
requería el poder asegurarle un espacio físico concreto. Pero las inundaciones
que azotaron nuestra ciudad en el año 1978 marcaron necesidades más urgentes,
fue pasando el tiempo y lamentablemente nunca se concretó la idea.
El destino hizo que gracias a una sucesión de coincidencias y aciertos la escultura “Independencia” de Líbero Badii hoy forme parte del valioso patrimonio artístico y cultural de Gualeguay”.
El destino hizo que gracias a una sucesión de coincidencias y aciertos la escultura “Independencia” de Líbero Badii hoy forme parte del valioso patrimonio artístico y cultural de Gualeguay”.
Patricia luego
se adentra en un análisis del arte del escultor: “Específicamente la escultura ‘Independencia’
es un vaciado en bronce con forma de columna cilíndrica sólida y bien
equilibrada que ha sido concebida con un sentido netamente arquitectónico,
tomando como canon de proporción fundamental la figura del hombre. Varias
versiones de distintos tamaños y proporciones fueron realizadas por Badii hasta
lograr esta definitiva, con una equilibrada relación de valores espaciales.
La verticalidad de la columna nos indica el sentido de elevación que se corresponde con su significado histórico y su valor ciudadano. La forma geométrica pura se ha visto enriquecida con espacios que maximizan su poder expresivo. Existe un diálogo armónico entre la pulida superficie exterior y las interiores cargadas de vibración y emotividad, lo que rebela la fuerza del mensaje y la capacidad de su creador. Sugiere de esta manera la marcha lenta, azarosa, plagada de accidentes, pasiones, luchas que vivieron nuestros próceres en su camino hacia la conquista de este gran destino.
Cabe agregar que las líneas verticales, horizontales, los círculos y circunferencias grabadas representan una síntesis simbólica del sentido cósmico de unidad y continuidad del universo y de sus seres, del movimiento cíclico y eterno de nuestras relaciones.
En definitiva la escultura ‘Independencia’ nos trae un vigoroso mensaje que nos retrotrae a la más pura esencia de nuestra herencia nacional y de nuestra dignidad humana”.
La verticalidad de la columna nos indica el sentido de elevación que se corresponde con su significado histórico y su valor ciudadano. La forma geométrica pura se ha visto enriquecida con espacios que maximizan su poder expresivo. Existe un diálogo armónico entre la pulida superficie exterior y las interiores cargadas de vibración y emotividad, lo que rebela la fuerza del mensaje y la capacidad de su creador. Sugiere de esta manera la marcha lenta, azarosa, plagada de accidentes, pasiones, luchas que vivieron nuestros próceres en su camino hacia la conquista de este gran destino.
Cabe agregar que las líneas verticales, horizontales, los círculos y circunferencias grabadas representan una síntesis simbólica del sentido cósmico de unidad y continuidad del universo y de sus seres, del movimiento cíclico y eterno de nuestras relaciones.
En definitiva la escultura ‘Independencia’ nos trae un vigoroso mensaje que nos retrotrae a la más pura esencia de nuestra herencia nacional y de nuestra dignidad humana”.
Hay dos detalles
que me quedan picando en el pensamiento, luego de conocer la historia de esta
escultura en Gualeguay. Y más allá de festejar su llegada a la ciudad, y de
pensar en todos aquellos que lo hicieron posible, pienso en que esta obra
estaba entre “las tantas obras que se encontraban olvidadas en los depósitos de
la Secretaría
de Cultura de la Nación”.
¿Qué pasará hoy? Siempre anoto la palabra memoria, siempre trato de practicar
la maravilla del recuerdo: el resguardo del dato, el nombre de los que ya no
están y que tanto hicieron por la memoria ciudadana. Resguardo de datos y de
lugares. Hace poco escribía sobre el rancho que fue utilizado como taller por
tantos artistas de Gualeguay: todavía está en pie, es memoria pura: sin embargo
está a merced de los elementos, casi invisible. En aquellos depósitos de la Secretaría, había obras
olvidadas, un horror, un guiño cómplice para el desierto de la no-memoria. El
segundo detalle que me quedó picando entre las ideas es que tuve que preguntar
varias veces para saber los datos de la escultura. El bronce lo aportó Badii. Con
acrílico alcanza: por favor, una placa al pie. La memoria se construye desde
cantidad de detalles.
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