La vida del artista se construye a partir de un
puerto madre: el impulso creador amanecido como besana de los días. Luego se
abre el abanico de surcos: en sintonías diversas de íntima conjugación el
hombre moldeará su identidad: la diaria búsqueda de anclar el alma en el oficio,
la eterna búsqueda de entregar su arte a la memoria.
Pienso en dos gualeyos ilustres: Roberto “Cachete”
González y Derlis Maddonni, nacido en Chivilcoy, pero desde pibe, al igual que
Cachete, habitante de la orilla urbana del Gualeguay. La ciudad, su río: el
puerto, la madre, la luz en los ojos, el impulso.
Cada uno, a su manera, asomó el pincel a los surcos
y salió de recorrida con el alma como bandera. Cada uno en su viaje iniciático.
Cachete y Derlis: parecidos, y tan distintos: cada uno de ellos forjó su
historia en el arte escuchando a sus distintas almas, porque ninguno de los dos
fue un solo hombre. Anotó el escritor italiano Gesualdo Bufalino: “No soy
complicado, pero contengo juntas una docena de almas simples”. Cachete y Derlis
juntos, como refirió el escritor Luis Alberto Salvarezza, reunidos bajo el
parral y la noche, acompañados por el vino tinto, las palabras y las uvas.
Después separados: Cachete alumbrando distintos paisajes, asombra descubrir su
imagen en tantos lugares, siguiendo su impulso inquieto de hombre torturado por
demasiadas sombras; Derlis, también con su cuota de dolor, pero fundando alma
de poeta y pensador, haciéndose cada vez más amigo del estilete de la
reflexión.
En ellos pienso mientras me dispongo a contar lo
sucedido el 18 de abril, hace apenas unos días, en la SAAP (Sociedad Argentina
de Artistas Plásticos).
Sala Leopoldo Presas (SAAP). |
La SAAP fue fundada el 5 de diciembre de 1925. Entre
sus fundadores y primeros adherentes figuraban: Benito Nazar Anchorena, el
primer presidente, Enrique Prins, primer secretario, Fray Guillermo Butler,
Cesáreo Bernaldo de Quirós, Italo Botti, Alfredo Gutero, Agustín Riganelli,
Alfredo Bigatti, Emilio Pettoruti, Raquel Forner, Horacio Butler, Luis Falcini,
Valentín Tibón de Libian, Augusto Martheau, Oliva Navarro, Mario Canale, Soto
Avendano, Alberto Rossi. En “85 años en el arte”, libro publicado por la SAAP
en 2010 se consigna: “La aparición de la SAAP responde en una primera instancia
a la necesidad de los Artistas Plásticos de tener una voz para elevar contra el
academicismo y el pasatismo en los dictámenes de los salones oficiales”. Queda
claro, una sociedad que reunía artistas para enfrentar ciertas injusticias del
sistema, esas verdades de chamuyo instaladas por los que se autotitularon
dueños del arte de los argentinos. Ayer y hoy: la resistencia como presencia necesaria:
no es posible que la valía artística la disponga el mercado. El actual
presidente de la SAAP, Pedro Gaeta, recuerda: “Decidí asociarme a la SAAP a los
pocos días de haberse inaugurado mi primera muestra individual, que tuvo lugar
en 1957 en la Galería H, ubicada en la de calle Paraguay al 800. Allí conocí a
figuras como Spilimbergo, Castagnino, Urruchúa y Policastro, entre muchas
otras; la entidad era entonces un lugar de convocatoria y encuentro, no sólo de
los artistas plásticos, sino de frecuentadores de distintas disciplinas del
arte y de la cultura, y fue así como me hice muy amigo de los titiriteros
Javier Villafañe y César López Ocón”. Una manera de caminar la vida: desde lo
individual a lo colectivo, desde el necesario trabajo en soledad a la práctica
de la amistad entre los hacedores de estos oficios.
La SAAP tiene casa propia desde julio de 1974:
Viamonte 458, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Leopoldo Presas fue el
presidente que inició la epopeya: durante su mandato pidió obras a los
asociados para ser subastadas. La compra se concretó bajo la presidencia de
Ignacio Colombres, Pedro Gaeta era el vice. Se subastó obra de Berni,
Pettoruti, Spilimbergo, Soldi. Se recibió apoyo a través de presentaciones en
el Luna Park de amigos de la Sociedad: Mercedes Sosa, Osvaldo Pugliese, Horacio
Guarany, Nacha Guevara y Alberto Favero, César Isella.
Pinceles con historia |
Hoy la sala principal de la SAAP lleva el nombre de
Leopoldo Presas. Y en esa sala, el día citado, se inauguró la muestra “Pinceles
con historia. Pincel, mano, materia y herramienta”. Toda muestra lleva un
tiempo de preparación. El pintor trabaja cada cuadro, cada pieza en su ajedrez
imaginario. Pero en esta exposición hay otras presencias, su sustancia proviene
de distintas vertientes: el proceso interno de cada plástico interviniente, los
detalles de organización: salón, luces, catálogo, y junto a ello agrego el sueño
hecho realidad de un trabajador de la memoria, el artista plástico Rolando
Lois, mi padre, mi viejo. El tiempo de macerado de esta exposición fue de unos 50
años, gran parte de la vida de Rolando, aquel pibe nacido en 1930, el eterno habitante
de su barrio: Boedo.
Durante este lapso, Rolando pidió y conservó
pinceles de pintores admirados. Comenzó por el de esos amigos en los que además
de la amistad valoraba su arte. Después amplió el paisaje, porque en su
pensamiento empezó a jugar la idea de armar una especie de museo del pincel.
Pidió entonces pinceles a pintores que respetaba y que tenían un mínimo de 30
años de trayectoria.
Hay en la vida de los plásticos dos presencias
fundamentales: el pincel y la paleta: las estrellas de una constelación que
simboliza una historia de amor y trabajo, el maravilloso trabajo, el verdadero
puente hacia la magia del arte. En mi memoria, desde el pibe que fui en Martín
Coronado, veo el ramo de pinceles y la paleta sobre la mesita, a un lado del
caballete. El pincel y la paleta, herramientas dentro de la herramienta del
oficio. Tal vez mi padre no sepa que ver esta disposición en su taller, me llevó
a valorar, a querer, las herramientas de mi herramienta. A él le debo el
basamento de mi escritura y la maravilla de la memoria.
En el tránsito de esta idea descubro en mi padre una
huella que me llena de orgullo. En estos tiempos confusos de tanta miseria
globalizada, en tiempos donde en el mundo del arte tanto se nota la presencia
de pavos reales y dioses efímeros, donde muchos olvidan verdades fundamentales
para una mejor vida de relación entre los hombres, mi padre llevó adelante una
labor de amor hacia la obra del otro: mi viejo lejos del egoísmo, y tan cercano
a la solidaridad. Porque no hay que olvidar, que muy bien por los artistas
reconocidos y con obra notable, pero muchos han quedado a la sombra, olvidados.
Lo dijo en las palabras de presentación de la muestra, el secretario general de
SAAP, Daniel Chiaravalle: “Muchos han dado su vida al arte, y han recibido un
pago injusto”.
Desde la izquierda: Yaco Nowens, Carlos Tessarolo, Rolando Lois, Pedro Gaeta y Alejandra Zucconi. |
En la vitrina que guarda la colección de pinceles, una
exposición permanente, hay dispuesta una historia de la pintura argentina. Otra
historia. Otra voz. Por ideales, la SAAP es el lugar indicado para su
exhibición y resguardo. Pinceles de hombres artistas como César López Claro,
Raúl Lozza, Enrique Policastro, Leopoldo Presas, Francisco Reyes, Lino E. Spilimbergo,
Demetrio Urruchúa, Vito Campanella, Juan José Cartasso, Eolo Pons, Tomás
Ditaranto, Héctor Tessarolo, Carlos Cañás, Néstor Berllés, Rodolfo Medina.
Todos, con más o menos reconocimiento, todos hermanados en el arte.
La muestra de pinceles es una reafirmación del
trabajo, en esta sociedad de la velocidad muchas veces el aprendizaje de las
artes viene contaminado con la “ansiedad de llegar”: y nadie llega a ningún
lado si antes no llega hasta su propia esencia. El tema central es el arte sincero,
y no la cáscara, el cartón pintado del eterno recién llegado. El arte pide a
cambio la vida, una vida de trabajo y compromiso.
La figura es el pincel, pero además rodea la vitrina,
hasta el 30 de abril, una exposición de unas 60 obras de artistas que ocupan un
sitio en la colección.
“Pinceles con historia” es además un compromiso con
la memoria, con el oficio, con los amigos que ya no están. Es un reconocimiento
a un puñado de hombres que tuvo la valentía de encarar el abordaje del arte, a
conciencia, tratando de ser fieles a su real sentir.
Obra expuesta de Derlis Maddonni |
En la SAAP los buenos fantasmas de muchos pintores
volvieron a compartir herramienta y obra entre pares. Barridas las fronteras
con el más allá, es que tanto puede el arte, los vivos y los muertos volvieron
a compartir sala. Regresaron nombres e historias, anécdotas, en un encuentro
emotivo.
Obra expuesta de Cachete González |
En la vitrina que guarda la colección de pinceles
que mi padre cedió a la SAAP tienen su lugar dos amigos gualeyos: Roberto
“Cachete” González y Derlis Maddonni. Los dos relacionados con la Sociedad.
Entre surcos llegaron hasta la casa de la Sociedad Argentina de Artistas
Plásticos, porque ellos también sufrieron injusticias, abusos, silencios. Dos
artistas notables de esta ciudad de Gualeguay dicen presente con pincel y obra
en la ciudad de Buenos Aires. Son parte de esta memoria, de esta historia del
arte argentino con la que tanto tiene que ver Rolando Lois, mi padre, mi viejo.
Información para gualeyos en tránsito: Viamonte 458,
horario: lunes a viernes de 13 a 19 hs. Sábados: 10 a 16 hs. Los recibirán:
Daniel Chiaravalle (secretario general), Alejandra Zucconi (tesorera) y Heidy.
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