Quizá la lluvia acompañe a los visitantes, y no
estaría mal, para ciertos placeres nada mejor que una lluvia amiga. Gualeguay recibe
invitados este domingo 24 de mayo, sí, hoy mismo. Un grupo de teatro viene a la
ciudad junto al río, a enseñar su arte, su intento feliz de transitar los
territorios, muchas veces esquivos, del arte.
La puesta de la obra: “Si no te veo, felices
fiestas” será a las 20 hs de este 24 de mayo en “Liebre de Marzo espacio
teatral” ubicado en 25 de mayo 1465.
La dramaturgia y dirección son responsabilidad de Pablo
Bellocchio, quien traza las bases argumentales de su obra: “‘Si no te veo,
felices fiestas’ es un cuento acerca de los balances cruentos y cierta
melancolía a la que nos sometemos todos en las fiestas. Son cuatro historias de
distintos personajes que en algún momento de sus vidas tomaron una mala
decisión y a partir de ahí se quedaron atados a ese momento sin poder
superarlo. La obra, creo, plantea una batalla entre la melancolía, que funciona
como un ancla, y la evocación. Evocar es mirar el pasado para construir en el
presente”.
El teatro es una suma de voluntades, de presencias,
hay un autor y un director, pero después amanece la necesidad de hacer carne la
idea, entonces aparecen los actores y sus vivencias, sus almas, que vienen a
sumarse a la idea, a la imaginaría de quien escribió. A ellos se suman
asistentes, otras almas afines. “Si no te veo, felices fiestas”: su ficha
técnica: Actores: Clara Mastronardi, Estefanía Revas, Gerónimo Espeche, Gimena
Romano Larroca, Jimena López, Martina Carou y Nicolás Salischiker; diseño escénico:
Jorge Ferro; operación de luces: Lucas García; realización de vestuario:
Manuela Cáceres; diseño gráfico: Rodrigo Bianco; fotografía: Nacho Lunadei;
asistencia de escena: Nicolás Dezzotti; asistencia de dirección: Sebastián Lis;
producción: Lascia Colectivo de Trabajo.
Pablo Bellocchio |
Pregunto por los orígenes de Bellocchio en el
teatro, su mar primordial: “Comencé a formarme como actor con Augusto
Fernandes, hace 12 años. En su estudio estuve mucho tiempo y tuve a muchos
profesores muy buenos. Después pasé por Timbre 4 que es la escuela de Claudio
Tolcachir. Timbre fue muy importante porque fue el lugar que me lanzó a dirigir
y a escribir, en definitiva: a hacer. Claudio fue, en ese sentido, un profesor
importantísimo. Un tipo que no sólo predica en sus clases, sino también desde
el ejemplo de cada una de sus obras. Ahí entendí, por sobre todas las cosas,
que el teatro es un oficio para el cual es fundamental formarse, pero también
es muy importante salir de lo que yo llamo: el síndrome del estudiante perpetuo,
y hacer obras. Aceptar el riesgo de equivocarse. Las grandes obras maestras
empiezan con enchastres. En Timbre aprendí a enchastrarme. A perdonarme el
error. Después hice muchos seminarios, tanto de dirección como de dramaturgia.
Pero estas fueron mis dos escuelas fundamentales”.
Qué autores prefiere Bellocchio, qué teatro es el
que le gusta: “Además de los citados, admiro a muchos. Sobre todo a los que
ponen la lupa en contar historias y están constantemente tomando distintos
riesgos para contarlas. Los autores y directores que salen del desfile de egos
en el que muchas veces se sumerge el mundo teatral, y se ocupan de tratar de
llevarle preguntas al espectador, todos ellos me generan admiración y respeto. Más
allá del resultado que pueda tener la pieza teatral”.
Cómo es que Bellocchio ve la movida teatral de Buenos
Aires: “Afortunadamente creo que Buenos Aires tiene una de las carteleras de
teatro alternativo más abundantes y variadas del mundo. Se hace mucho teatro. Y
eso siempre es algo para festejar. Después, dentro de todo lo que se hace, hay
cosas que me gustan más y otras que no me gustan tanto. Hay un tipo de teatro
que suele dejar afuera al espectador. Un teatro encriptado, lleno de códigos
quizá demasiado complejos, que se alejan del objetivo fundamental de cualquier
obra, que es el de contar una historia. Ese tipo de teatro no me gusta. Yo creo
que el teatro tiene que funcionar como un espejo que refleja un pedazo de
nuestra realidad. Nos tiene que generar preguntas sobre nuestra propia vida.
Dentro de esa rama del teatro destaco a Daulte, Kartún, a dramaturgos nuevos
como Alberto Rojas Apel o Santiago Loza, y por supuesto, a Claudio Tolcachir”.
Qué lugar guarda la lectura en el quehacer creativo
de Bellocchio: “Un lugar fundamental. Me encantan los universos kafkianos o las
historias de Kundera. Los héroes de Italo Calvino. Los personajes de Cortázar o
de Dolina. Los mundos de Orwell o de Huxley. Disfruto muchísimo de muchos
autores y lo que uno lee siempre le queda flotando a la hora de escribir.
Muchas veces la composición de un personaje determinado la creo mirándola desde
la óptica de un determinado autor. Por supuesto sigue siendo algo subjetivo
porque esa óptica es mi visión particular de ese autor, pero de eso se trata. Leer
es un viaje dentro de uno mismo guiado por la voz de otra persona. Es algo
fantástico”.
Todos aquellos que escriben tienen una forma, o una
receta de escritura propia, intransferible. El escritor japonés Yukio Mishima
necesitaba encerrarse en un cuarto de hotel y trabajar de manera febril; mi
maestro Gabriel Montergous elegía cada mañana para hacerlo; tenían un plan, en
cambio otro de mis maestros, el poeta Hugo Ditaranto, “vomitaba”, esa era la
imagen que usaba, aquello que le quemaba, en cualquier lugar y tiempo. ¿Cómo
escribe Bellocchio?: “Me encantaría tener un sistema, pero no lo encuentro. Soy
demasiado desprolijo y ansioso para hacerme de un sistema... Fumo mucho y me
encierro. Pero después, lamentablemente, soy bastante dependiente de los raptos
de inspiración. Cuando vienen, a lo mejor escribo veinte páginas de corrido, y
cuando no, puedo estar delante de la máquina, en silencio, durante horas. Lo
lindo que tiene escribir teatro es la búsqueda para entender cómo acciona cada
personaje. Lleva un tiempo entender la lógica y la voz de cada uno, pero cuando
aparecen, se arma la escena dentro de la cabeza y todo fluye. Igualmente cada
obra que escribí fue una experiencia muy distinta a la anterior”. La
descripción del caos original, la memoria de las escrituras, pueden muy bien
certificar un sistema creativo. Todo encaja, cada vez, cuando el autor sabe que
trata con él mismo y sus almas, y en ellas se reconoce.
Si no te veo, felices fiestas. |
Vuelvo sobre la obra que Bellocchio presenta hoy en
Gualeguay, cómo la define, dónde se ubica en el historial de su recorrido: “‘Si
no te veo, felices fiestas’ es mi quinta obra. Creo que cada obra que uno va
haciendo es una parte del proceso de uno mismo como dramaturgo. ‘Si no te
veo...’ es el comienzo de una búsqueda que, en lo particular, estoy haciendo
sobre el realismo mágico. La pieza mezcla momentos de un realismo muy crudo,
con otros en donde todo pareciera transcurrir en un sueño o en una especie de
imaginario de los personajes. Igualmente todo esto está encarado desde el
humor. Un humor bastante ácido, además. Una obra de teatro sin humor me resulta
demasiado solemne, y le tengo bastante fobia a la solemnidad”.
En el trabajo de construcción de una obra, sea esta
literaria, teatral, plástica, musical, casi siempre aparecen señales que
acompañan el proceso: casualidades y no tanto, movimientos sorpresivos del
destino, de las almas de aquellos que intervienen, que generan imágenes o
anécdotas que ayudan a contar la esencia de la propuesta artística. Consulto a
Pablo Bellocchio: “Algo muy puntual que nos sucedió tuvo que ver con el armado
de la puesta de la pieza. Con el equipo de dirección no teníamos una idea
demasiado clara de la concepción de la escenografía ni del vestuario. El
espacio donde estrenamos tenía muchas limitaciones. Por sobre todas las cosas,
era un espacio de paredes grises que no ayudaba a contar lo que queríamos
contar. Lo interesante pasó cuando, en lugar de tratar de ocultar la
dificultad, elegimos junto al diseñador de espacio, potenciar la puesta
alrededor de ese gris con el que estaba bañado todo el ámbito. Entonces todo el
vestuario fue diseñado en ese mismo gris. También toda la escenografía. Eso
hizo que el espacio se anulara y quedara igualado. Por ende neutralizó el
espacio físico, lo que permitió imaginar que lo que sucedía podía suceder en
cualquier lugar. Las dificultades económicas que uno suele tener en el teatro independiente
son muy buenas para potenciar la imaginación. Uno aprende a abrazar las
dificultades porque a la larga generan algo mucho mejor de lo que uno imaginaba”.
Finalmente le pido al director que hable del grupo
de teatro: “Hace ya cuatro años fundamos un colectivo de trabajo al que
llamamos ‘Lascia’ en honor a una de las obras que hicimos. Juntos hemos
estrenado dos obras por año desde que empezamos. Es un grupo de personas con
quienes me encanta trabajar porque fuimos construyendo muchas cosas juntos.
Construimos un mismo lenguaje a la hora de hacer teatro. Construimos una misma
mecánica a la hora de producir. Y por sobre todas las cosas entendemos todos
que hacer teatro es un laburo que demanda mucho esfuerzo. Todos somos
engranajes de una maquinaria. Lo mejor que tenemos como colectivo de trabajo es
que siempre anteponemos lo grupal por sobre lo individual. Esto es algo muy difícil
de construir, pero creo que lo venimos logrando desde hace ya un tiempo”.
Domingo 24, hoy, en Gualeguay, puede ser con lluvia
o no; elijo la lluvia amiga porque en la memoria de mis días de pibe, los 24,
llovía, y creo además que en esas fechas siempre llueve, con distintas
intensidades, sobre los personajes de todas las familias.
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