domingo, 8 de diciembre de 2013

"Algunos apuntes del taller y 10 dibujos" de Derlis Maddonni

Todavía vivía en Buenos Aires cuando supe de un hombre: Derlis Maddonni, artista plástico. Yo venía a vivir en Gualeguay, y mi papá creyó oportuno que trajera entre mis cuadros, uno de Maddonni. En una visita a la ciudad llegué hasta la biblioteca Carlos Mastronardi y ahí obtuve información sobre varios artistas plásticos gualeyos, entre ellos: el citado Derlis. El libro consultado fue: “Formas y colores de Gualeguay” de Nidya Rampoldi, Patricia Míguez Iñarra y Daniel Gabriel.
Derlis Oscar Maddonni nació en Chivilcoy en 1938. En 1946 llegó a Gualeguay. En 1957 comenzó a estudiar arquitectura en La Plata, pero dejó la carrera atrapado por el dibujo y la pintura. Tuvo dos maestros de excepción: Roberto “Cachete” González y Juan Carlos Castagnino. Hubo una primera exposición colectiva y una primera muestra individual: ambas realizadas en el Rincón Kopf de la librería de don Ernesto Hartkopf de Gualeguay. En 1966 expuso junto a Antonio Castro en la galería Nice, en Buenos Aires, que funcionaba en el local que, desde el año 1971, ocupa la sede de la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos (SAAP). El artista y su obra han viajado a muchos lugares, desde Río de Janeiro a Europa. Hacer radio en Gualeguay fue otro de los quehaceres culturales de Maddonni. El escritor y pensador gualeyo Eise Osman dijo sobre la obra del artista: “El arte de Derlis Maddonni fluye desde el ‘yo’ profundo de la creación, para socavar el yo superficial de las relaciones sociales, con el objeto de dar salida a una realidad angustiante que nos habita y amenaza ahogarnos”.
Y hubo una información que me tentó especialmente, Derlis era además autor de un libro: “Algunos apuntes del taller y 10 dibujos”. Hace ocho meses que vivo en Gualeguay, y podría decir que busco este libro desde que supe de él en Buenos Aires. Recién pude dar con una copia del mismo hace unos días, y gracias a la iniciativa del artista plástico Raúl Gastaldi. Nos habíamos encontrado para charlar. Al pasar hice mención del título, y él me dijo que lo había leído. Pese a la información que yo tenía, él me aseguró que en la biblioteca había un ejemplar. Un día después, Raúl volvía a mi casa con la copia del libro: Ediciones del Clé, “Casa de la Cultura”, General Galarza, año 1991, una tirada de doscientos ejemplares.
Su lectura revela la mirada a conciencia con la que sin duda se manejaba Derlis Maddonni en los amplios territorios del arte. Un arte de compromiso con su esencia de hombre que de manera sincera intenta expresarse a través de un oficio que lo puede llevar hasta el arte. Y él lo logra con la libertad de su línea y con la filosofía enredada en la tinta, en la sangre. El libro se construye a través de pensamientos cortos que abren el paisaje de lo artístico, donde se analiza al artista y su obra, donde se escarba entre las ideas que deberían regir la vida de un artista verdadero. El libro se divide en cuatro partes:


I Líneas a fondo

“He tomado algo de cada uno de los dibujantes que me antecedieron, pero tengo la certeza (y el orgullo) de saber que la síntesis de lo robado, es mía”.

“El dibujo de línea es tan misterioso como la poesía”.

“Un dibujante debería ser algo así como un sismógrafo y expresar con su pluma hasta los más mínimos temblores del alma, que su sensibilidad capta de la realidad”.

“La línea matemática es una sucesión de puntos. La línea artística es una sucesión de partículas emotivas”.

“Creo que existe tanto parentesco entre la poesía y el dibujo, como entre la novela y la pintura”.

“Una hoja de papel en blanco siempre me produce una sensación contradictoria, por un lado el temor a ensuciarla, y por otro la necesidad de hacerlo”.

“Un dibujo es siempre inconcluso, podría aceptar algo más. Pero entonces correríamos el riesgo de arruinarlo, de quitarle esa magia de lo que se sugiere, de dejarle una puerta abierta al observador”.

II El artista, ese cara de fuego

“No se elige ser artista de una vez y para siempre, es necesario elegir a cada instante, y no solo eso, es necesario elegir qué clase de artista se desea ser”.

“Creo que el artista elige más un camino que un objetivo preciso”.

“El artista no ve solo porque puede, ve porque quiere”.

“Se puede ser un gran artista y un mal maestro. O un gran maestro y un artista mediocre. Pero lo deseable es un gran artista y un gran maestro a la vez”.

“Un artista no ‘es’, se está haciendo permanentemente como algo en ebullición. Eligiéndose. Forjándose.
A artista no se llega nunca como a un puerto muerto. Se existe como artista. Se vive como artista. Se sufre, se goza, pero siempre como algo en movimiento. En marcha hacia algo desconocido, ignoto”.

“Me levanto y me paro frente al espejo para peinarme. Yo no me lavo la cara. Entonces compruebo que estoy vivo, pero no por verme en el espejo, hay tantos que se ven y están muertos. Lo compruebo porque pienso que a pesar de todo, todavía, tengo principios en vez de pragmatismo, porque creo que la creación es una tarea indispensable del hombre, porque sueño y tengo fantasías, porque pienso que un hombre sin utopía es un medio hombre… No seré un dinosaurio, ¿verdad?”.

 III Obraje

“Frente a la obra, no le es necesario al observador poseer un gran bagaje técnico; le bastará abrir el corazón, liberar los sentidos y empujar la imaginación. En última instancia, ganarse la libertad de crear”.

“Toda obra es una improvisación no absoluta, y está basada en una larga experiencia y sedimentación de conocimientos adquiridos previamente, y que se enriquecen con lo nuevo y creador de esa improvisación”.

“Es imposible transmitir con palabras la sustancia, la densidad de la obra plástica. Solo se puede apreciar a través de la frecuentación. De la misma manera que se aprende a nadar o a amar”.

IV Derecho de autor

“Para crear un mundo, un universo, solo hacen falta tu mano, una pluma y un trozo de papel”.

“Tal vez todo lo que hago sea para humillar a la muerte”.

“Se es ingenuo como se es original. No se lo puede aprender”.

“La creación es una borrachera lúcida”.

“Siento la felicidad y la desdicha de crear, fantasma que me acosa todo el tiempo”.

Los pensamientos citados son apenas una muestra pequeña de los pareceres que Derlis Maddonni tenía sobre el arte y sus alrededores. Con algunos se podrá estar de acuerdo, con otros no tanto, pero esta manera de “filosofar” sobre un oficio, de parte de un hacedor de toda la vida, tiene como primer mérito el abrir el camino a las ideas para que a partir de ellas podamos detenernos en distintas consideraciones. Y entre ellas, por ejemplo, puede ocurrir que la memoria se descorche y aparezcan nexos, puentes, coincidencias entre aquello que Maddonni anota y lo que dice nuestra experiencia. Leo: “El dibujo de línea es tan misterioso como la poesía”, y a la memoria vienen charlas con los poetas Rubén Derlis, Marcos Silber, Rafael Vásquez, todos ellos tratando de dibujar ese sentimiento, esa región de maravilla que pinta esta palabra de musicalidad notoria: “misterio”. Leo: “Creo que existe tanto parentesco entre la poesía y el dibujo, como entre la novela y la pintura”, y es este un pensamiento que me toca bien de cerca. Mi padre, Rolando, es artista plástico. Puedo afirmar que en casi toda su vida pintó cuadros utilizando el óleo, pero que allá por el 2000 y monedas, comenzó a hacer pequeñas incursiones con el acrílico. Digo pequeñas, porque pintaba miniaturas, algunas de ellas, plastificadas, las utilizo como señaladores de lectura: señalo mi mirada con obras originales de Rolando. Cuando me enseñó estas obras en pequeño formato, comentó que las empezó a hacer porque no tenía ganas de esperar el tiempo de secado que necesita el óleo. Para retocar el óleo tenía que esperar, en cambio, el acrílico secaba rápido. Al escucharlo comprendí las distintas maneras que yo tenía de trabajar la escritura. Al leer a Maddonni volví a pensar en aquel descubrimiento. Escribir una novela es como pintar al óleo. Se escribe un capítulo y hay que esperar que seque para poder seguir con el siguiente o para hacer el retoque necesario. Una novela puede (es más, debe) llevar años de trabajo, es una suma de pinceladas en días distintos, y en cada día la posibilidad de la irrupción de la vida. Comprendí además que mis notas periodísticas, por lo general, están escritas/pintadas al acrílico, porque secan rápido, porque es posible empezarlas y terminarlas de una sola sentada, y este tipo de pintura es muy funcional para las urgencias propias del periodismo. En él no hay tiempo para el reposo que exige la búsqueda de la literatura.
Punto aparte anoto algo que marca Maddonni y que por cierto es una gran verdad: “Un artista no ‘es’, se está haciendo permanentemente como algo en ebullición. (…)”. Nada queda establecido en el quehacer de un oficio que intenta morder la sustancia del arte, se suma experiencia, pero el misterio está siempre. Si se escribió, no quiere decir que se vuelva a escribir, no hay garantía aun cuando la emoción haya pegado felizmente bien adentro de la sangre. Lo único seguro es el trabajo a conciencia, y esto es válido para cada día. Si hay una magia, como creo que la hay en el arte y en la vida, esta puede aparecer después del trabajo arduo y hecho en profundidad. Hablo de arte, Derlis Maddonni hablaba de arte, que nada tiene que ver con habilitar una fábrica de chorizos, que ahí sí, es casi seguro que salga uno después de otro.



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